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Columna
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La vida

La autora María Tena me gusta por su actitud valerosa y vital frente a los avatares de la vida. Es una madrileña entusiasta de Sevilla, en donde vivió cuatro años y a donde vuelve cada otoño para conservar fresco el recuerdo de las calles, los olores, los ruidos, los monumentos y los bares de la ciudad. Tenemos que vernos, además de ser el título del libro que le ha publicado Alfaguara, es un leitmotiv que se repite en las conversaciones telefónicas entre dos mujeres, pero no como una frase hecha para agradar mintiendo sino en su sentido más literal y auténtico, con verdadero afán y urgencia de encontrarse para comentar sus noticias detenidamente; aunque no por ello lleguen a conseguirlo. Por eso resulta tan acertado como título.

A pesar de estar escrito en tercera persona, que el tema se desarrolla desde una familia que la autora va describiendo poco a poco y que los amores de la pareja se cruzan divergentes, creo que se trata, sobre todo, de una historia de mujeres. Puede que sea un punto de vista parcial porque los hombres tienen un papel importante en la novela, pero da la casualidad de que la protagonista es una mujer, de la que se acaba sabiendo casi todo, y que el relato está apoyado en otra, ausente y presente al mismo tiempo, de la que no se sabe casi nada. Y todo ello contado con mucha naturalidad y convertido en cotidiano, cualidades femeninas que favorecen que se lea con verdadero agrado.

Aparte de los tres personajes principales, de los demás María Tena da a conocer lo preciso, como de muchas otras cosas de las que ocurren durante un año completo, un tiempo también medido desde el principio hasta el fin. A pesar de todo, al terminar se tiene la sensación de conocer la vida entera de la protagonista y gran parte del resto de la familia, lo que hacen cada mañana y cada noche, en invierno y en verano, durante el trabajo y los fines de semana, como si fuera un novelón costumbrista del XIX; cuando, en realidad, lo que nos ha contado la escritora son retazos de doce meses en 163 páginas. Ficciones de amor, desamor, alegrías y tristezas con el peso de una realidad, el escepticismo de su inteligencia y la generosa esperanza que transmite en sus últimas palabras: "Tiene toda la vida por delante".

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