El despido
Hay que "facilitar el despido cuando sea necesario por motivos económicos. La decisión debe corresponder al empresario, sin todos los controles que existen ahora. Un problema distinto es el costo de eso y los sistemas de protección social, que hay que mantenerlos. Insisto, no necesariamente se hace abaratando el despido, pero sí permitiendo que las decisiones las tome el empresario. Si la empresa va bien o mal, eso no lo debe valorar un juez". Lo dice el catedrático Federico Durán -aquí, entrevista con C. Parra y L. Abellán-, uno de los siete "expertos" europeos que informarán sobre las "soluciones a los problemas de los mercados de trabajo comunitarios". Supongo que el Gobierno que suceda a éste llegue a tiempo para discutirlo, pero no tengo claro que los nuevos puedan cambiar lo que será dogma: que la economía la definan los empresarios, y los jueces desaparezcan de estos litigios. Tampoco tengo claro que el trabajo pierda su parte de protagonismo en "la cuestión social" sin crear unas cuantas molestias. Aquí hasta los sindicatos se soliviantaron con el "decretazo" por el que Aznar adelantaba para España la base de esta "solución" y consiguieron que los más tozudos gobernantes se echaran atrás. Es también posible que el fastidio del trabajador llegue a tal extremo que sea preciso aumentar el número de guardias y armamento antidisturbios: hubo tiempos en los que se tenía en cuenta la proporción económica de paro y guardias, cárceles y jueces. La supresión de empleos por ciertos empresarios tiene una base muy sencilla: el empresario -de esa índole- encarga el trabajo a la máquina y al ciudadano, que se encarga de echar su gasolina, correr a la caja y marcharse corriendo para dejar el escaso lugar a otro; o coger sus cestas y llenarlas en el supermercado. Pero qué voy a decir, si todos lo hacemos así. "Es" así. Con cuidado de que no se pierda demasiada capacidad adquisitiva, porque el empresario no vendería. Aunque se va haciendo el mercado de los ricos, que aún tienen servicios humanos, y productos de calidad, y el de los pobres, que se desenvuelve con "todo a 0,90". (Algo veo imposible: que se mantengan "los sistemas de protección social"). (No hablo del problema del hambre, de los jóvenes sin vivienda, del regreso a la alpargata. Sería un demagogo).
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