Un paraíso perdido
Les escribo con mucha preocupación porque creo haber perdido un pequeño paraíso. Suelo ir a pasear junto a mi esposa por una ruta cercana a un río, no lejos de Madrid. Se trata de una senda llana, con un paisaje muy bello que en primavera se enciende en colores. Los pájaros trinan a su aire y la atmósfera es pura y azul.
Bueno pues esto se ha terminado. La senda ha sido ocupada por ciclistas, pero no tranquilos, sino de verdaderos campeones, que ruedan a 80 kilómetros/hora entre pacíficos y sorprendidos paseantes. ¡Qué lastima!
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