El Atlético, demasiado especulador
Un Betis dominador aun en inferioridad numérica se estrella contra su desacierto en el remate
El Atlético jugó raro, con una alineación rara, de circunstancias. Sin Torres ni Esteban. Sin pies ni cabeza. Con José Mari y Luis García, arriba, muy solos, casi en línea, sin enganche. Conservó, claro, algunos rasgos de identidad, como la nulidad en el remate, a pesar de los dos goles de Luis García, y el desbarajuste permanente en el centro del campo. Perdió su habitual capacidad de entrada por los costados, con Contra y Stankovic más atareados en taponar goteras que en correr la banda, y rehusó la idea de mover el balón por el medio. Emersón jugó aturullado y Albertini de incógnito. Renunció, de hecho, a la idea de mover el balón por cualquier parte, salvo en largo envíos perpendiculares al horizonte que a veces llegaban a los puntas. Jugó, en resumen, bastante mal. Y no sólo en el ataque. En la defensa, sobre todo Otero, también cometió graves desajustes. El hecho de jugar contra un equipo que tuvo un hombre menos casi toda la segunda mitad no sólo no facilitó una mejoría, sino que contribuyó a aumentar la pereza mental. En esencia, el poco fútbol rojiblanco se mantuvo porque Luis García retrasó un poco su posición y facilitó una mayor circulación de la pelota de medio campo hacia delante. Después, con la salida de Jorge, que ocupó el puesto de ariete, pero esta vez solo y con más éxito.
BETIS 2 - ATLÉTICO 2
Betis: Prats; Varela, Filipescu, Juanito, L. Fernández; Arzu (Assunçao, m. 70), Ito (Alfonso, m. 46); Juaquín, Benjamín, Capi; y Dani (Rivas, m. 52).
Atlético: Juanma; Otero, Coloccini, Hibic, Sergi; Albertini, Emerson; Contra (Aguilera, m. 50), Luis García, Stankovic (Jorge, m. 63); y José Mari (J. Moreno, m. 71).
Goles: 0-1. M. 26: Luis García le roba el balón a Juanito y marca de tiro raso.
1-1. M. 48. Alfonso remata a la salida de un córner.
1-2. M. 74. Luis García, raso y ajustado.
2-2. M. 85. Arzu, a boca jarro.
Árbitro: Daudén Ibáñez. Amonestó a Coloccini y expulsó a Filipescu con tarjeta roja directa en el minuto 48.
Unos 35.000 espectadores en el estadio Ruiz de Lopera.
El Betis, por su parte, incluso después de perder a Filipescu, jugó como siempre. Tocó por las bandas, rápido, pero sin remate. Además, flojeaba de vez en cuando en la defensa. Así, mientras los rojiblancos intentaban ajustarse al manual del contragolpe con muy poco éxito, los béticos se afanaban en cruzar el balón ante la mirada de Juanma. Dani, la teórica punta del equipo andaluz, el hombre gol, no tocó apenas un balón en el área. De eso, por parte bética, se ocupó principalmente Capi.
Al público del Ruiz de Lopera no le gusta Capi. Le pitan con tanta intensidad como corean cada pequeño gesto de Joaquín o perdonan la invisibilidad de Benjamín. Y, sin embargo, cada resurrección bética, cada sobresalto rojiblanco, fue cosa de Capi. Incluido, cómo no, el gol de Alfonso nada más comenzar el segundo tiempo. Otero y Coloccini, los cerrajeros del ala donde ayer operaba el mediapunta sevillano, seguro que no apoyan la moción de censura del estadio bético, ese rechazo visceral por el único hombre que llevó aunque fuera un poco de peligro a Juanma, el debutante. El extremeño no estuvo mal, aunque salió de manera imprecisa en un par de ocasiones y se reprimió en el gol de Arzu.
Cuando el público se lamentaba cada vez que Capi tocaba la pelota, el Betis todavía perdía. Podía ir ganando, pero perdía. Tres ocasiones tuvo Luis García, sólo tres. Pero acertó a meter dos. Una eficacia bastante inusual en el conjunto madrileño. Juanito, uno de los centrales béticos, se sujetó el balón a la bota y se decidió, sin encomendarse a nadie, a avanzar en zigzag por el pico izquierdo de su propia área. Luis García le presionó, le quitó el balón y lo envió fuerte y raso al palo más cercano. Prats, que no estaba en su sitio, se tragó el gol. Ésa fue la primera vez que acertó el delantero catalán. La segunda, la que volvió a adelantar a los suyos, fue un tiro raso desde el punto de penalti tras un contraataque.
¿Y el Betis? El Betis sí tuvo más ocasiones. Ocasiones con el empate a cero, ocasiones con un gol en contra, ocasiones con el empate a uno, ocasiones cuando perdía a falta de cinco minutos y ocasiones hasta el pitido final, cuando ya había conseguido el empate definitivo. Arzu mandó un servicio de Capi alto desde la frontal, por ejemplo; el propio Capi lanzó al lateral de la red después de haber conseguido quedarse solo tras sortear a Otero y Coloccini con una clase de baile en el área pequeña, y Joaquín falló una vaselina completamente solo a la izquierda del punto de penalti.
Tras la expulsión de Filipescu por sujetar a Luis García, cuando se marchaba en dirección a Prats, el Atlético se vio en la obligación de tener la pelota un poco más. No mucho, aunque seguía recurriendo al balón largo. Los rojiblancos consumían minutos como un adolescente apoyado en una esquina mascando chicle con desgana. Consumían minutos como si las cosas se fueran a arreglar por designio divino. Y casi lo consiguen, pero el gol de Arzu acabó con su creencia en que el mero hecho de jugar con uno más era una fuerza inercial que garantizaría la victoria.
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