El remanso urbano

Madrid es otro en Semana Santa. El tráfico se apacigua. Hasta el paseo de la Castellana se queda como si fuera un decorado de película: casi sin coches. Como si hubiera ocurrido una catástrofe en una cinta firmada por el director Alejandro Amenábar. Pero Madrid no es sólo la Castellana. Los turistas que llegan de otras partes de España o del mundo se encuentran, de sopetón, con los escenarios de lo que sucede en la ciudad. En la plaza de España, por ejemplo. Ante la quieta mirada de algunos de los rascacielos más altos de la ciudad discurren las procesiones del sábado de Gloria. Y el contraste se hace evidente (abajo a la izquierda): tradición frente a modernidad. Aunque aparentemente Madrid se ha quedado desierto por unas horas, abandonado, sus habitantes saben dónde está lo que hay que ver.

Otros, también saben que estos días son ideales para tener espacios casi en propiedad. Probar las nuevas barcas del parque del Retiro sin sufrir el abordaje de otra de las 99 embarcaciones que habitualmente navegan por el estanque. Hoy, domingo, comienza el retorno de miles de madrileños desde las playas y la montaña.