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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Modificar el ayer

El pasado está lleno de sombras y claroscuros, horizontes mal alambrados por los que puede colarse la imaginación, y uno (Fernando Marías, que tiene obsesión por manipular el pasado, o modificarlo, o explicarlo: no hay más que ver cómo en su novela más conocida, La luz prodigiosa, nos topábamos con un anciano Federico García Lorca, que habría sobrevivido al fusilamiento) puede echar marcha atrás sin pedir permiso a nadie. Marías, en La mujer de las alas grises, se despeña llevado por su obsesión por manipular el pasado, por jugar con las cajas chinas. Se ha embarcado en un arriesgado proyecto, confiando en sus capacidades por controlar todo el tinglado narrativo y, al final, ha salido un tanto trastabillado, eso sí, habiéndole dado al lector muy buenos momentos.

LA MUJER DE LAS ALAS GRISES

Fernando Marías

Destino. Barcelona, 2003

322 páginas. 15 euros

En primer lugar, casi con impericia de nuevo en la cosa narrativa (que no es el caso, pues es autor de varias novelas, todas ellas con algo de exceso de equipaje argumental y una fue Premio Nadal), ha cargado su libro con excesivas historias, un tanto inverosímiles, algunas confusas, otras buscando hacer caer al lector en esa densa tela de araña. Hombre de gusto cinematográfico, utiliza el poder del cine, el ojo de la cámara, para modificar el pasado, para certificar unas imágenes que, con el tiempo, dejan de ser una manipulación, para acabar siendo la única posible verdad. Crea con este fin una fascinante y enrevesada historia de un director de cine, Hipólito Mon, quien concibe una imposible película, a cuyo manipulado rodaje asistimos y que podría modificar el pasado. Hay tramas carlistas, hay un vampiro en la heroica defensa del Alcázar, hay una estupenda historia de un rey aficionado a las películas en general, y a las pornográficas en particular, Alfonso XIII, que quedará atrapado por esa mujer de las alas grises que protagonizará una película. Todo lo que ocurre en la realidad es bastante inverosímil, y Marías la justifica con que aquéllo no podría llevarse al cine con una frase feliz que dice alguien en estas páginas y que es que la realidad no paga peaje de verosimilitud como la ficción; en la realidad todo es posible y la jugada de pícaro del autor es convencernos de que lo que describe es siempre verosímil, mientras que lo que nos cuenta, o cuentan los personajes, debe regirse por las reglas de la ficción, es decir, debe resultar verosímil. En fin, una novela que, en muchos momentos, fascina y, en otros, desconcierta y fatiga.

Fernando Marías.
Fernando Marías.

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