Las comas
"No vemos las comas entre las casas, lo que vuelve tan difícil su lectura y las calles tan pesadas de recorrer", escribió Henri Michaux. ¡Vaya!, no sé si se han dado cuenta de que últimamente sólo cito a autores franceses. No lo hago con premeditación, pero una columna es un suspiro que a veces lo avientan los sueños. Supongo que inconscientemente trato de salvar a Francia, o sea, también a mí mismo. No, no es que Ronsard haya tenido en mí más influencia que Garcilaso, todo lo contrario. Pero aún conservo el ejemplar, rojo como la sangre, de Les feuilles d´automne de Victor Hugo que me regaló Catherine cuando éramos muy mozuelos: "A quelques pieds sous terre un silence profonde,/ Et tant de bruit à la surface!". A unos pies bajo tierra me digo que ya no se necesitan comas, porque ese silencio profundo es el cobijo de un punto y la coma es otra cosa. En cuanto al estruendo de la superficie, ése sí que depende de las comas interpuestas, que no son sino exhalaciones de ese punto bajo tierra que se desplazan y tratan de atropellarse -y devenir un punto-, y que conviene ordenarlas y colocarlas bien.
Hablando de la puntuación, Ives Bonnefoy, otro autor francés, se muestra partidario acérrimo de la utilización de la puntuación lógica, la que reclama la sintaxis, y rechaza su uso retórico o su eliminación. Sin embargo, reconoce que en poesía la puntuación es más arriesgada que en la prosa: no porque ya no deba marcar las estructuras del pensamiento, "sino porque tiene que encontrarlas en una profundidad más espesa, donde a veces esos límites no son tan claros". No estoy tan seguro de que en la prosa, o en alguna prosa, no suceda lo mismo. Una coma es siempre una llamada al orden y la claridad, pero el silencio que impone se abre a veces como un abismo. Y uno sabe que en ese abismo están pasando cosas. De él emerge en ocasiones una evidencia que se convierte en ritmo, y que obliga a la coma a desplazarse y a dar con un pensamiento que sin ese deslizarse no hubiera surgido. El silencio de una coma no tiene por qué ser, por lo tanto, dictada por la sumisión a un orden, sino que bien puede generar un orden nuevo.
Pero no vemos las comas entre las casas, decía Michaux, y es que "la frase en las ciudades es interminable". Una frase interminable y sin coma alguna puede ser fascinante, llena de palabras como joyas de brillo idéntico, pero creo que atonta y acaba agotando. Ahí las estructuras del pensamiento no surgen de una profundidad más espesa, sino que, sencillamente, no existen. Podría ser un buen símil no sólo para las ciudades; también para el mundo actual: una vana catarata de palabras que acaba en una invasión en catarata. ¿Puede una fábrica de cigarrillos ser una factoría de armas de destrucción masiva? No, no se rían. Llegará un día en que a alguien se le ocurrirá esa idea y habrá un coro de ranas con estola que nos convencerán de que lo es. Pues ocurre que cuando no hay comas, las palabras se precipitan y acaban devorándose unas a otras. Al final, lo que significan lo decide el que pone el punto final; y desenrollar ese ovillo es tan cansado, que uno prefiere irse a la siesta.
Miren, si no, lo que ocurre en el paisito, en el de Pedro Ugarte, y mío, y tuyo, hypocrite lecteur -¡cielos!-. Aquí no hay comas, sino sólo puntos, una verdadera devoción por el punto, en especial por el punto final. En estos momentos, parece haber sólo dos frases con sus puntos respectivos: la frase nacionalista y la frase constitucionalista. ¿Respetan éstas en su interior las comas, una estructura del pensamiento, o son un atropello de palabras confusas? Es evidente que cada una de esas frases trata de devorar a la otra, pero para ello han de tomar posiciones y ahora mismo se dedican a la antropofagia interna. La Ibarretxada es, de momento, pura fagocitosis intratextual, y la frase nacionalista un cambalache de vergüenza en el que las palabras suenan a tam-tam. No hay comas. ¿Y en la frase constitucionalista, término que se está convirtiendo en una palabra-piraña? También ahí se fagocita, y ya no sabemos si los socialistas van en las listas del PP y a la inversa, o si Mayor Oreja es un izquierdista radical y Patxi López requeté. Nada de comas: por ejemplo, PP coma PSE. Está claro que uno votará por quien muestre una clara disposición a colocar de una vez las comas comme il faut.
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