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EL FUTURO DE LA UE

La Europa de los 25 queda sellada en Atenas

Todos los líderes hacen hincapié en la necesidad de seguir avanzando "pese a las divergencias"

Carlos Yárnoz
ELPAIS.es

La reunificación de Europa, el gran objetivo pendiente desde la caída del muro de Berlín, en 1989, quedó ayer sellada en el Ágora de Atenas, al pie de la Acrópolis. Ningún marco mejor que el lugar donde nació la democracia para firmar el Tratado de Adhesión de los 10 nuevos socios de la UE (Polonia, Letonia, Lituania, Estonia, Eslovaquia, República Checa, Eslovenia, Hungría, Chipre y Malta) que se incorporarán definitivamente al club el 1 de mayo de 2004. Nace la Europa de los Veinticinco. En medio de los solemnes discursos de los líderes, el único pero en esta histórica unificación europea reside en su coincidencia temporal con la mayor división que nunca había sufrido la UE. La sombra de Irak planeó sobre el Ágora.

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"Una sola Europa" fue el lema repetido en Atenas. Ayer, la Unión Europea dio el paso definitivo para convertirse en la gran potencia económica mundial con 453 millones de habitantes, 75 más que ahora, casi 40 de ellos de Polonia, el país para el que fue diseñado especialmente este gran proyecto. Con una renta media algo superior al 44% de la actual UE, Europa se enfrenta a la enorme tarea de asimilar a los nuevos socios y sobre todo a dar el salto hacia una mayor unión política y, por tanto, a la profunda modificación de sus instituciones y objetivos que culminará este mismo año con un proyecto de Constitución Europea.

"Hemos logrado algo único", afirmaron ayer en su declaración conjunta los Veinticinco. "Haremos de la Unión un auténtico lugar de libertad, seguridad y justicia, y seguiremos respetando y defendiendo cada uno de estos valores fundamentales". Conscientes de la debilidad de una Europa desunida en la escena internacional, los líderes reafirmaron su convencimiento de que "la Unión debe desempeñar un papel de máxima importancia en el mundo" a través de tres objetivos que marcan la diferencia con otros polos de poder mundial: lograr una economía más equitativa "que beneficie a todos, y en particular a las personas de las zonas menos favorecidas del planeta"; fomentar "sin cesar el diálogo entre civilizaciones", y "extender el alcance del derecho internacional".

"Nuestra Europa es la Europa de todos", concluye la solemne declaración de los jefes de Estado y de Gobierno, no sin antes dejar sentado su inquebrantable compromiso con los principios democráticos, más válido que nunca cuando la UE acoge a países que durante décadas estuvieron sometidos al dictado soviético. "Reafirmamos nuestro compromiso de defender las libertades fundamentales de las que depende la democracia. El ideal democrático debe ser la piedra angular en la que se sustente nuestra comunidad de valores, no solamente para los ciudadanos de hoy, sino también para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos".

Los líderes de los países candidatos, visiblemente satisfechos, expresaron su alegría y agradecimiento por haber llegado a la meta europea. "Retendré mucho tiempo esta imagen, la de una Europa unida que, además, contribuirá a la resolución de los grandes problemas mundiales", comentó el presidente polaco, Alexander Kwasniewski. "Al fin, Europa está unificada", proclamó el presidente de Hungría, Ferenc Mádl. En similares términos se expresó el checo Václav Klaus: "Es un momento extraordinario"; el estonio Arnold Rüütel: "No lo podíamos imaginar hace sólo unos años", o el maltés Edward Fenech: "Estamos orgullosos de ser miembros de la Unión".

Las palabras del presidente chipriota, Tassos Papadopoulos, fueron especialmente esperadas, dado que la división de la isla puede arrojar aún graves problemas a su adhesión final. Pero prefirió destacar que, "para Chipre, es el día más importante desde su independencia".

El denominador común de los discursos fue la referencia a esos "valores europeos comunes" y la necesidad de seguir avanzando "pese a la divergencias". Fue lo que dijo el primer ministro británico, Tony Blair, o el presidente francés, Jacques Chirac, quien dio la bienvenida a unos nuevos socios "después de haber sufrido tanto", dijo, "para reconquistar vuestros derechos y de haber trabajado tanto para poder compartir nuestros logros". También el presidente de turno de la UE, el griego Costa Simitis, destacó que compartir esos valores "abre una oportunidad para que Europa sea un ejemplo para todo el mundo".

En el turno de José María Aznar, el presidente español se congratuló de la jornada de ayer, pero echó una mano a los rezagados Rumania y Bulgaria al "apoyar" sus esfuerzos hacia la UE. Más significativa fue su alusión a la polémica candidatura de Turquía, el país en el que el criticado peso de los militares ha crecido estos meses a raíz de la invasión de Irak. Madrid, sin embargo, sigue siendo uno de los valedores de Ankara. Por eso, Aznar afimó ayer: "Desearíamos poder confirmar en diciembre de 2004 que Turquía cumple los criterios políticos" para iniciar las negociaciones de adhesión en 2005. "Turquía está en una situación difícil", señaló, sin embargo, el comisario de la Ampliación, el alemán Günter Verheugen.

Las 5.000 páginas del Tratado de Adhesión han culminado unas larguísimas negociaciones que abren la puerta a la cuarta ampliación de la UE. El coste de la operación será de poco más de 40.000 millones de euros para los años 2004-2006. Con la prevista incorporación de Rumania y Bulgaria en 2007, el complejo acercamiento de Turquía iniciado en diciembre al convertirse oficialmente en país candidato y la deseada incorporación futura de los Balcanes, el objetivo de una Europa unida quedará culminado en los próximos años.

El Tratado debe ser ratificado en los 15 Parlamentos del club actual. En paralelo, los candidatos siguen celebrando referendos (todos menos Chipre). Malta, Eslovenia y Hungría han celebrado sus consultas con resultados positivos.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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