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Los jefes de la doctora De Mingo rechazaron tomar medidas tres días antes de los asesinatos

Una residente declaró que la médica estaba "muy nerviosa" desde hacía dos semanas

F. Javier Barroso

Los jefes de Noelia de Mingo Nieto, la médica residente de 31 años que mató a puñaladas a tres personas e hirió de gravedad a otras siete, conocían perfectamente que la doctora sufría problemas psiquiátricos. Así se desprende de la declaración que prestó en el Juzgado de Instrucción número 33 María A., una facultativa que lleva como residente cuatro años. Según ésta, el jefe de reumatología y los dos responsables de residentes se reunieron tres días antes del triple homicidio. Allí decidieron mantener la situación y dejar que De Mingo siguiera atendiendo a pacientes, según explicó el abogado de la acusación particular, Carlos Sardinero, a la salida de la declaración.

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El juez de instrucción número 33 de Madrid, Tomás Martín Gil, llamó ayer a declarar a 11 testigos y trabajadores de la clínica de la Concepción que vieron la agresión protagonizada por De Mingo. Al final sólo se presentaron ocho, ya que los otros tres estaban fuera de Madrid. Según el abogado Carlos Sardinero, el testimonio más importante fue el de María A., la médica residente que era compañera de Noelia de Mingo. La declarante resultó herida de un profundo corte en la vena yugular, lo que le motivó estar ingresada durante varios días con heridas de pronóstico grave. Ayer se presentó en el juzgado con un vendaje que cubría la herida que sufrió a manos de su compañera.

La mujer relató, según Sardinero, que la reunión se produjo el pasado 31 de marzo entre el jefe del departamento de reumatología, Gabriel Herreros-Beaumont, y sus dos adjuntos, Juan Carlos Acebes Cachafeiro y Olga Sánchez Pernaute. Estos dos se encargan de los médicos residentes. En ese encuentro se trataron las quejas que habían efectuado los distintos compañeros de Noelia de Mingo. De hecho, muchos de ellos, entre ellos la propia María A., la habían encontrado especialmente nerviosa durante las dos últimas semanas. Los colegas de la presunta homicida habían pedido que tomaran medidas. "Habían recibido muchas quejas verbales de los pacientes, que llegaron a decir que se sentían con miedo y amenazados cada vez que tenían que verla", señaló el abogado.

"Manera policial"

Las quejas de los propios compañeros tampoco sirvieron de mucho. En la reunión se acordó que no se iba a tomar ninguna medida y que se vería cómo evolucionaba la médica. También se avisó a sus compañeros de que no la investigaran "de manera policial", según el letrado. Sólo tenían que comprobar cuál era su comportamiento y ver si era normal. Nada más.

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La compañera añadió que la médica había estado de baja por enfermedad en tres ocasiones desde que ingresó en la clínica de la Concepción. La primera, de la que no tenía noticia exacta María A., se produjo al poco de comenzar a trabajar. La segunda baja la cogió en febrero de 2002. En esas fechas protagonizó, según señaló el abogado, un altercado en el departamento de urgencias: sufrió un delirio y comenzó a decir cosas que estaban fuera de lugar. Por eso, sus jefes decidieron darle la baja, ya que "llamó bastante la atención".

La tercera ocurrió seis meses después, entre el 6 y el 26 de agosto de 2002, cuando De Mingo regresó de vacaciones. Entonces sufrió, según su compañera, una fuerte depresión al regresar del descanso que se había tomado en julio.

"El testimonio más esclarecedor ha sido el de la médica residente, que ha dejado muy claro que tanto el tutor responsable de la doctora [Juan Carlos Acebes Cachafeiro] como el jefe de reumatología [Gabriel Herrero-Beaumont] sabían que Noelia de Mingo sufría esquizofrenia porque ella mismo se lo dijo", señaló el abogado. "Ahora habrá que estudiar qué responsabilidad tiene la dirección de la clínica", concluyó el letrado.

La dirección de la Concepción no quiso ayer pronunciarse sobre la reunión del 31 de marzo entre los responsables del servicio de reumatología para discutir sobre los trastornos de De Mingo. "A la espera de la investigación interna que estamos efectuando, en estos momentos no tenemos constancia de que esta reunión se celebrara", explicó un portavoz de la Concepción, informa Oriol Güell. "Sólo hablaremos ante el juez, que es quien debe decidir sobre el asunto. Nos negamos a debatir en los medios de comunicación sobre asuntos que están bajo investigación judicial", añadió.

Ataques por la espalda

Las víctimas de la médica residente Noelia de Mingo no tuvieron oportunidad de defenderse. Eso se desprende de las declaraciones prestadas por los ocho testigos que comparecieron ayer ante el juez de instrucción número 33. Los compañeros de la facultativa, entre ellos varios auxiliares de clínica y otros médicos residentes, fueron atacados, al igual que los pacientes, por la espalda, por lo que ninguno de ellos tuvo oportunidad de defenderse, según comentó el abogado de la acusación particular, Carlos Sardinero.

El juez enseñó a los testigos varios planos de la Unidad 43, dedicada a Medicina Interna, para que señalaran dónde estaban en el momento en el que sufrieron el ataque. Todos coincidieron en que estaban de espaldas cuando De Mingo comenzó a acuchillar a sus compañeros, a los pacientes y a los familiares de éstos que se encontraban en los pasillos.

De Mingo testificó el pasado martes ante el juez que se sentía "espiada" por sus compañeros y que empezó a urdir su venganza dos meses antes del triple crimen. El día antes de la matanza compró un cuchillo jamonero, que le costó 10 euros, en una ferretería de Alvarado, cerca de la glorieta de Cuatro Caminos. Después abrió un agujero en la parte inferior del bolsillo de la bata para esconderlo. En su declaración no dejó claro cómo empezaron las agresiones y con quiénes se topó en su sangriento recorrido por la clínica. La excusa fue que varias colegas suyas hablaban distendidamente. Ella pensó que estaban murmurando sobre ella. Cogió el cuchillo y se abalanzó sobre ellas, que intentaron protegerse.

Según el testimonio de la supuesta asesina, después comenzó a apuñalar a diestro y siniestro. En su camino hirió mortalmente a Leilah el Ouamaari, compañera suya de 26 años; a Félix Vallés, de 76 años, esposo de una paciente, y a Jacinta Gómez de la Llave, paciente de 72 años que hablaba por teléfono con su hijo.

Tres celadores acorralaron a De Mingo en un pasillo y la obligaron a tirar el cuchillo. La mujer está ingresada en la unidad psiquiátrica del hospital Gregorio Marañón.

El abogado de la acusación particular solicitará una reconstrucción de los hechos. Además, el juez instructor va a pedir un informe psiquiátrico de la supuesta homicida, así como su vida laboral.

La presidenta de la asociación El Defensor del Paciente, Carmen Flores, y el novio de Leilah el Ouamaari, Fernando Alberca, acudieron a los juzgados para interesarse por las declaraciones.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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