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LA CRÓNICA
Columna
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Unas candidaturas entre amigos

Es de suponer que la procesión vaya por dentro, pero la verdad es que no hemos percibido el menor resquemor o protesta entre las filas del PP ante la divulgación de las candidaturas autonómicas y municipales. Todo lo contrario: diríase que los ánimos estaban abonados para dar por bueno lo que se decidiese en el sancta sanctorum del partido presidido -y nunca mejor dicho que liderado- por Eduardo Zaplana. "Son unas listas ganadoras", nos ilustraba un veterano de esta formación, sin ambiciones orgánicas ni institucionales, pero familiarizado con las entretelas del zaplanismo. "Están quienes habían de estar y las decepciones personales son mínimas", apostillaba.

Nada que objetar. No sabríamos anotar siquiera dos nombres que mejorasen la selección, al margen de los intocables que tienen su destino en Madrid y que no estaban disponibles. Tampoco sabemos si se hubiesen avenido a regresar para ocupar un escaño en las Cortes Valencianas cuando todos ellos han consolidado sus carreras políticas lejos del terruño, y donde pueden resultar imprescindibles a su líder es allí, y no aquí, por el momento. De los que no repiten o han sido postergados la verdad es que nadie se acordará en unos días. Con una excepción, quizá. Nos referimos a la presidenta de las Cortes, Marcela Miró, y sus famosos lapsus lingüísticos y culturales. ¡Caray, ahora que empezaba a manejarse con destreza en el cargo y le había tomado tanto gusto!

Pero no será por falta de damas. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, permanece con la solidez de un menhir. Puede pronosticarse que cuando el PP no sea más que una pandilla de náufragos, nuestra munícipe seguirá luciendo de número dos a la Cámara y de primera al Ayuntamiento, con elección garantizada. En esta ocasión, a mayor abundamiento, aparece a la cabeza de una constelación de mujeres muy notables y a tener en cuenta. De unas, por su proyección pública, como es el caso de Alicia de Miguel, se tiene noticia casi a diario. Algo parecido puede afirmarse de María Angeles Ramón Llin, debido a su larga trayectoria política y gestora. Menos conocidas del gran público son Macarena Montesinos -la dos por Alicante y ponente del programa electoral- y Ana Encabo, subsecretaria de Planificación actualmente y una de las cabezas más lúcidas del olimpo institucional. Sería sorprendente que no formasen parte del próximo Consell, con la venia de los electores, claro.

De los hombres fuertes no falta ninguno. Del castellonense Víctor Campos ya nos hemos ocupado en alguna ocasión, y con toda seguridad nos dará a menudo motivos para glosar su tránsito por las altas esferas del gobierno autonómico. Aguantan Juanma Cabot, Alejandro Font de Mora y Vicente Rambla, lo que es un justo premio a sus servicios, todo y que no están políticamente amortizados. Y también, porque la política partidaria es así de imprevisible, Serafín Castellano, consejero de Sanidad, y los dos Fernandos, Modrego y Castelló, asimismo consejeros, si bien su inclusión en la candidatura no ha de tener mucho que ver con la labor desarrollada al frente de sus respectivos departamentos. A Manuel Tarancón y Carlos González Cepeda se les habilita igualmente un viático después de pechar con dos consejerías conflictivas, como son Cultura y Administraciones Públicas. Un futuro sosegado.

Mención aparte debe hacerse de Rafael Blasco, responsable de Bienestar Social, pero cuyas credenciales no se agotan en esa área de gestión. Contra el pronóstico de los enterados, no ha sido expedido a Madrid, junto al ministro de Trabajo, lo que revela que en el PP alguien o varios saben qué les conviene. En la próxima legislatura, sea cual fuere el resultado de las urnas, van a pintar bastos y hubiera sido temerario prescindir de un estratega y ariete parlamentario como el consejero, visto sobre todo el déficit de elocuencia y agudeza que aflige al partido. Si ha sobrevivido a las bombas sobre Bagdad, no es fácil que nadie lo enmudezca en el hemiciclo.

Y a todo esto, ¿qué se ha hecho de los cristianos, ese indefinido clan confesional que anida en el PP y para el que parecía haber sonado la hora del poderío? Si existe, está laminado, con gran contento de la facción liberal, laica y -por ahora- mayoritaria.

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