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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Potencia controlada

El Impreza tiene una imagen deportiva de coche de rallies y un potente motor turbo, pero no es un automóvil radical. A pesar de su aspecto llamativo, admite un uso diario normal, como cualquier otro modelo familiar.

Mecánica contundente

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Un familiar muy versátil con carácter deportivo

Este Subaru monta la última evolución del motor 2.0 16v. Turbo, ahora con 225 CV. Es una mecánica peculiar, con cuatro cilindros opuestos de dos en dos (diseño boxer), un diseño que sólo utilizan ya esta marca y Porsche. Pero lo importante es que se adapta a cualquier uso. Responde bien desde bajo régimen y permite circular en ciudad sin reducir a menudo. Y a partir de 2.700 revoluciones se aprecia la fuerza del turbo y se transforma en un auténtico deportivo hasta que alcanza las 7.000 vueltas.

Las prestaciones son muy brillantes (230 km/h.), y en especial las aceleraciones (6,3 segundos de 0 a 100 km/h.). Hay que destacar que siempre de forma suave y progresiva, y no exige ser un especialista para disfrutar su poderío: basta cambiar de marcha a 5.000 vueltas para sentir su empuje, porque siempre está en posición de tiro. En contrapartida, el cambio tiene sólo cinco marchas y se echa de menos una sexta para viajar con más desahogo en autopista. Pero está bien escalonado y permite sacarle el máximo partido, aunque el accionamiento es algo lento y no está a la altura de la deportividad del coche.

Por lo demás, los consumos varían mucho según lo que se le exija: a ritmos legales puede gastar 10 litros, pero sube a 13 en ciudad y puede llegar a 15 en conducción rápida estirando las marchas.

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Cómodo, eficaz y con tracción 4×4

La combinación entre un motor potente, unas buenas suspensiones, las ruedas de 17 pulgadas y la tracción 4×4 otorga al Impreza un comportamiento dinámico envidiable en todo tipo de trazados. En zonas viradas se agarra muy bien al asfalto, enlaza las curvas con agilidad y sólo tiende a deslizar de delante cuando se acerca a los límites, pero es un aviso para bajar el ritmo. En carreteras amplias y autopistas tiene un buen aplomo y obedece con docilidad y precisión al conductor. En pisos deslizantes, la tracción 4×4 aporta un importante plus de seguridad y evita patinazos imprevistos.

Los frenos paran bien, aunque sin alardes, pero no puede incluir el control de estabilidad ESP ni como opción. A pesar de esta carencia habitual en muchos coches japoneses, el Impreza ofrece una estabilidad a toda prueba que da confianza y hace disfrutar conduciendo. Lo mejor es que su eficacia no sacrifica el confort: las suspensiones absorben muy bien, y al contrario que otros deportivos, no resulta seco y permite viajar con suficiente comodidad. El único inconveniente destacable en trayectos largos es la sonoridad aerodinámica: a partir de cierta velocidad, la ausencia de marcos en las ventanillas provoca algunos silbidos y ruidos molestos.

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