Amaral y su 'Estrella de mar' arrasan en la VII Edición de los Premios de la Música
El rechazo a la guerra centró los comentarios de la mayoría de los premiados en la gala
El dúo Amaral, con cinco premios, fue el gran triunfador de la VII Edición de los Premios de la Música, que se entregaron la noche del jueves en Madrid. Sabina, el gran ausente, se llevó el galardón al Mejor Álbum con su Dímelo en la calle. Sus amigos dijeron lo que habría dicho él, "no a la guerra", en una gala que estuvo marcada por las reivindicaciones a favor de la paz y las protestas por los miles de muertos en la guerra de Irak. Las Ketchup y su popularísimoAserejé; Luz Casal, finalista en cuatro apartados, y David Bisbal, finalista en tres categorías, fueron los perdedores.
La gala empezó con el potente sonido de los tambores de Teruel (todos los músicos con el cartel de "no a la guerra" bien visible), apoyados por la jota-indi de Carmen Paris. La VII Edición de los Premios de la Música se había montado como un canto a la paz y con la consigna de "cultura contra la guerra", pero algunos artistas llegaron más lejos.
Ejercieron como presentadores Sol Alonso (que se cambió cinco veces de vestido), y Javier Cansado, más Cansado que nunca, llevaba incluso en la primera parte la chaqueta azul que utiliza en las actuaciones con su compañero Faemino. "La gala va a ser larga", repitió, incansable, antes de que comenzara la entrega de los 34 premios, incluidos los cinco de honor, que duró cerca de cuatro horas.
En sus 40 segundos, algunos artistas dejaron clara su postura contra la destrucción y la barbarie. Entre las excepciones, Niña Pastori, Mejor Álbum Flamenco por María, frente a José Mercé y Carmen Linares, que habló sobre todo de Chaboli, su marido, que también subió después a recoger un premio. No faltaron tampoco los clásicos homenajes a los padres, hijos, vecinos y mentores. Gian Marco, Premio Latino Revelación, se acordó incluso de sus compatriotas peruanos y celebró su galardón cantando con Clara Montes en un escenario que recordaba el cuadro de Edward Hopper Noctámbulos.
Abrió el fuego de las reivindicaciones el dúo Amaral -premios Artista y Autor Revelación, Mejor Álbum Pop, Mejor Canción de Pop y Mejor Canción-. "Las bombas nunca son inteligentes", gritó Eva, antes de recordar "a todos los que han sido asesinados en esta guerra". Su compañero, Juan Aguirre, pidió que "la historia ponga en su sitio a los que no van a ser juzgados por un tribunal de guerra". Las Ketchup, grandes favoritas de la noche, se llevaron únicamente el Premio al Mejor Productor Artístico para Manuel Ruiz Queco, que dedicó su estatuilla al periodista Julio A. Parrado: "Espero que su nombre quede en la memoria de todos como un símbolo a la paz". Ricardo Campoy, de Vale Music, Mejor Compañía Discográfica Independiente -acaban de grabar un disco a Dinio-, recordó a los políticos que "nos roban 24 horas al día y 365 días al año. Por tanto, no a la piratería y no a la guerra".
Los gritos de Muguruza
Fue el apartado de las autonomías el que mayor polémica desencadenó. Lluís Llach no acudió a recoger el suyo, pero Fermín Muguruza, Mejor Canción en Euskera por In-Komunikazioa, sí estuvo en el Palacio Municipal de Congresos del Parque de las Naciones. El cantante protagonizó la mayor polémica de la noche al protestar por el cierre del periódico Egunkaria, el único en lengua vasca y al que dedicó su premio. Fue abucheado por muchos de los asistentes por decir lo que pensaba. Visiblemente nervioso y a gritos, el cantante, que ha figurado en alguna ocasión en las listas de Herri Batasana, apenas pudo hacerse escuchar. "Soy un músico y mis armas son la música y las palabras. Nunca he tenido un arma", añadió, después, fuera de cámara. Muguruza, que también fue abucheado por algunos periodistas, volvió a gritar, y esta vez fue para decir que no comparte la lucha armada y que el País Vasco necesita un nuevo proceso de paz.
La paz llegó con el Premio Latino de Honor a Caetano Veloso, que, resfriado y todo, aún tuvo fuerzas para cantar y dar las gracias. Le entregó la estatuilla el director Fernando Trueba, que le calificó como uno de esos artistas que dicen lo que piensan "ahora que tanto gusta que los artistas se callen". El realizador aseguró que tiene más discos en su casa de Caetano de los que él ha grabado, y le calificó como un heredero aventajado de los grandes genios de la música de su país, como Vinicius o Gilberto.
Ya en la recta final, Rosendo se llevó los premios a la Mejor Canción de Rock y Mejor Álbum, en la misma categoría. "Si no quieres arroz, toma dos tazas", añadió el rockero de Carabanchel visiblemente emocionado. Después, Paloma Berganza demostraría que la música también es un arma. Su versión del Desertor, de Boris Vian, fue emocionante. Para acabar, Miguel Ríos cogió su Premio de Honor, que le entregó el premio Nobel José Saramago. El escritor defendió la batalla por la democracia y por los derechos humanos, y el cantante cerró la gala con un encendido discurso, en el que destacó su esperanza en los seres humanos. "Otro mundo es posible", clamó Ríos, que repasó todos los conflictos vividos en los últimos años, crisis del Prestige, conflicto de Sintel y terrorismo incluidos.
La VII Edición de los Premios de la Música fue, tal y como se había anunciado, una gala altamente reivindicativa. La retransmisión del acto, que otros años ha sido realizado por La 2 de Televisión Española, fue realizada en esta ocasión, ante lo que se avecinaba, por Canal +.
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