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GUERRA EN IRAK | Los últimos combates

El Pentágono dice que aún quedan combates peligrosos

Washington anuncia un sistema de recompensas para los iraquíes que cooperen

Enric González

La de ayer fue una jornada triunfal para Donald Rumsfeld. El secretario de Defensa de EE UU comparó la toma de Bagdad con la caída del muro de Berlín, y a Sadam Husein, con Hitler, Stalin y Ceausescu. Pronosticó incluso que los acontecimientos en Irak podían acabar "cambiando el futuro de todo Oriente Próximo". Pero se mostró prudente sobre el panorama bélico: "Quedan días muy difíciles y combates muy peligrosos por delante, en Bagdad y en otras ciudades iraquíes; por desgracia, aún morirá más gente", dijo.

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El presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, general Richard Myers, indicó que en el norte de Irak quedaban "probablemente unas 10 divisiones del Ejército regular y al menos una brigada de la Guardia Republicana", debilitados por los continuos ataques aéreos. "Seguirán siendo bombardeados", anunció el general. Según Myers, en algunos barrios de Bagdad luchaban todavía "fuerzas paramilitares y guardias republicanos especiales", aunque "cientos o miles" de esos combatientes habían "muerto, o desaparecido" camuflándose entre la multitud.

Rumsfeld y Myers admitieron que muchas preguntas estaban aún en el aire. "Nos preocupa, por ejemplo, la posibilidad de que armas de destrucción masiva, o la tecnología para producirlas y utilizarlas, hayan sido trasladadas fuera de Irak", explicó el secretario de Defensa, muy poco deseoso de abordar el tema. Las presuntas armas químicas y bacteriológicas por las que Estados Unidos justificó la invasión de Irak seguían sin aparecer. Tampoco aparecían los al menos siete soldados estadounidenses hechos prisioneros por las fuerzas iraquíes.

Tras decir que las armas de destrucción masiva no eran "una prioridad", porque lo urgente era "liberar a los iraquíes", enumeró algunas de las tareas pendientes para las tropas de Washington y Londres: "Capturar a los responsables del régimen, asegurar los pozos de petróleo en el norte, confiscar los fondos del régimen dentro y fuera del país, detener a terroristas y criminales políticos, crear una autoridad interina con iraquíes del interior y del exilio...".

El jefe civil del Pentágono anunció que se habían establecido sistemas de recompensas para los iraquíes que cooperaran con la ocupación. "Queremos nombres, fotografías, documentación, cualquier cosa que nos ayude a eliminar vestigios del régimen caído, a juzgar a los criminales, a localizar escondites de armamento y a averiguar quién suministró a Irak armas de destrucción masiva. Para ello", siguió, "hemos establecido al menos tres programas de recompensas muy variados". Las recompensas podían consistir en dinero o, en determinados casos, en "borrar de la lista negra a los colaboradores de Sadam Husein" que facilitaran información a las nuevas autoridades.

La Administración civil interina presidida por el general retirado Jay Garner iba a seguir en Kuwait hasta que los aeropuertos de Bagdad fueran completamente seguros. "Es mejor que esperen un par de días y se ahorren un viaje por carretera desde el sur", opinó Rumsfeld.

Donald Rumsfeld lanzó nuevas advertencias a Siria porque, según él, sus autoridades cooperaban "con los fugitivos iraquíes, permitiéndoles la entrada en el país" y no habían interrumpido los suministros a las tropas de Irak. "No estoy retando a los sirios, me limito a describir una situación preocupante", agregó, cuando un periodista preguntó si el régimen de Damasco podía sufrir represalias militares en un futuro más o menos próximo.

Un mural de Sadam Husein, salpicado con petróleo, ayer en Basora.
Un mural de Sadam Husein, salpicado con petróleo, ayer en Basora.REUTERS

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