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CINCO MESES DE LA CATÁSTROFE DEL 'PRESTIGE'

"Todavía necesitamos voluntarios"

Xosé Hermida

El día que se accidentó el Prestige, Jaime Osset era un ingeniero industrial de 63 años retirado en su casa de Toledo, al que no se le pasaba por la cabeza regresar a su tierra. Pero las imágenes del océano devastado dieron un vuelco a su vida. Para Osset, miembro de la Federación Española de Vela, "el mar es algo muy serio". Y la catástrofe le atrajo a Galicia como un voluntario más. Lleva cuatro meses en Camariñas, donde se ha convertido en uno de los supervisores de las tareas de limpieza.

La lucha contra el chapapote sigue siendo en buena medida el fruto espontáneo del esfuerzo y el voluntarismo de gente como Osset o como Jesús, un chico de Cádiz que pidió una excedencia en el hipermercado donde trabajaba y lleva dos meses en Camariñas, dispuesto a quedarse el tiempo que haga falta.

La llegada de voluntarios ha ido decreciendo conforme se diluía el chapapote

En esta localidad de la Costa da Morte, nunca se ha interrumpido el flujo de voluntarios, canalizado en parte a través de un convenio con el Gobierno balear. Sesenta personas llegadas de las islas trabajaron la semana pasada en cabo Vilán y solo el viernes recogieron cinco toneladas de residuos. "En cuanto alguien viene aquí y ve la situación, se da cuenta de que hacen falta voluntarios", dice Antonio Alonso, teniente alcalde del pueblo. "Su trabajo ahora es distinto, porque no se trata de recoger grandes cantidades, como al principio, sino de limpiar las rocas poco a poco, una labor muy latosa".

La llegada de voluntarios ha ido decreciendo al tiempo que el chapapote se diluía en los medios de comunicación. Con todo, la Xunta asegura que cubre las demandas planteadas por los ayuntamientos. En las últimas semanas, ha habido una media de 500 voluntarios en los días laborables y el doble en festivos. Pero Nacho Castro, gerente de la cofradía de Muxía, que se quedó la semana anterior sin voluntarios, arroja furioso sobre la mesa un montón de faxes enviados por gente que se ofrece desde toda España y a la que han dicho en el ayuntamiento que ya no son necesarios.

Entre el personal que regenera la costa permanecen también 700 soldados, a los que se une ahora el personal de las empresas a las que Medio Ambiente ha encargado la limpieza de las rocas. Entre estas últimas han surgido ciertos problemas. El sindicato CIG ha denunciado a la empresa Alcuba y a la subcontratada Coenge S.L. por emplear a trabajadores, la mayoría inmigrantes, al abrigo de programas sociales, sin contrato ni nómina. Algunos fueron despedidos verbalmente y sin pagarles. Los trabajadores han aireado una ristra de irregularidades: falta de herramientas, máquinas de limpieza que no funcionan, métodos inadecuados que devuelven lo limpiado al mar y jornadas de hasta 12 horas.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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