A la puerta de Bagdad
La rápida conquista del aeropuerto de Bagdad por las tropas estadounidenses, ya en las afueras de la capital iraquí, tiene tanta importancia estratégica como psicológica, derivada ésta de su condición de icono del régimen. Una vez que se haya asegurado el control eficaz de su perímetro, sus pistas podrán acoger un puente aéreo de tropas y materiales que resultará decisivo para el asalto final a Bagdad, colofón temido por todos. La velocidad con que han progresado en las últimas horas las fuerzas de EE UU sugiere que el final de la guerra puede estar mucho más próximo que lo aventurado hace unos días, cuando se subrayaban sus dificultades logísticas y los aparentes errores de planificación de Rumsfeld.
El desarrollo de los acontecimientos está poniendo en perspectiva algunos juicios apresurados y suscitando interrogantes de importancia. EE UU combatió en Vietnam diez años y otros tantos estuvieron los soviéticos en Afganistán. A la tercera semana de la guerra en Irak, los aliados angloestadounidenses controlan casi la mitad del país y comienzan a cercar sus ciudades clave, Bagdad entre ellas, desde la que comienza el éxodo de iraquíes que temen lo peor en un plazo breve. La mayor incógnita a día de hoy es la escasa resistencia de la temida Guardia Republicana al avance hacia la capital. El mando estadounidense cita rendiciones por millares y habla de una oposición fragmentaria y sin iniciativa.
¿Qué ha sido de los 70.000 soldados bien pertrechados que darían la gran batalla a las puertas de la capital iraquí?
En los últimos días, las altivas proclamas de Sadam Husein augurando una derrota fulgurante de sus enemigos han sido sustituidas en buena medida por algo tan poco castrense como las apelaciones a la guerra santa y al martirio. La relativa incomparecencia de las divisiones de élite alimenta hipótesis para todos los gustos. Desde su quiebra por el continuado bombardeo estadouniense (tropas en desbandada, mezclándose con la población civil) hasta su utilización como cebo, replegadas hacia la capital para atraer a la 3ª División de Infantería y la 1ª de Infantería de Marina a una encerrona letal. Teoría poco verosímil, porque no se pueden ocultar grandes movimientos de tropas a los satélites espía, y su detección implica convertirse en pasto inmediato de la aviación.
El último enigma de esta guerra quizás sea la existencia y el uso eventual de armas químicas o biológicas, uno de los argumentos decisivos en el origen del ataque contra Irak, ostensiblemente relegado después por la Casa Blanca. Los portavoces militares de EE UU anunciaron ayer el hallazgo de materiales sospechosos que serán analizados. Sadam siempre ha negado poseer estos arsenales, pero las fuerzas norteamericanas emiten constantes llamamientos radiados advirtiendo a los militares iraquíes contra su utilización. Y el catecismo aliado dice que la situación actual, a las puertas de Bagdad y a tiro de los misiles de corto alcance de la Guardia Republicana, es el pretexto perfecto para su uso.
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