Cinco de los náufragos que pasaron 14 días a la deriva ingresan en un centro de acogida
Los inmigrantes no han logrado documentación para poder trabajar legalmente en España
Justice Bay, Daniel Jaboa, ambos de Ghana, y los malineses Travalle Mamadou, Suleman y Bubakaré, los cinco hombres que fueron rescatados del mar el pasado 19 de febrero, tras sobrevivir 14 días en alta mar sin comer ni beber a bordo de la patera en la que fueron abandonados por dos marroquíes que les llevaban a Fuerteventura, ingresaron ayer en el centro de acogida Udjiama de Miller Bajo, en Las Palmas de Gran Canaria, tras dejar el centro de retención. No han logrado la documentación necesaria para trabajar en España, por lo que su futuro es muy incierto.
Con ellos no estaba su compañero de aventura Sangare, recuperado de su crítico estado físico, pero sigue en tratamiento psicológico. Sangare permanece en el Hospital Universitario de Canarias,donde está ingresada desde el día en que los naufragos fueron rescatados por un helicóptero tras dar la alerta el pesquero gallego Naboeiro.
Dos vehículos camuflados de la Brigada de Extranjería del Cuerpo Nacional de Policía llegaron ayer a las 15.50 al Centro de Rentención de Inmigrantes de Barranco Seco para recoger a los cinco náufragos, que se encontraban allí desde el pasado 27 de febrero. Durante este tiempo no se produjo su repatriación, sin que se haya aportado una razón de porqué, según consultas efectuadas ayer en varias instituciones con competencias sobre inmigración. Ayer, antes de abandonar el centro, almorzaron, junto a otro centenar de internos.
Fuera de la verja roja que impide el acceso al personal no autorizado comenzaron a llegar familiares y amigos, con más de una hora de antelación, para hacerse con uno de los primeros números de control, porque, ayer, viernes, era el día de las visitas. El primero fue un mauritano que evitó la conversación y se limitó a indicar que acudía a visitar a un amigo. El segundo en llegar fue un ecuatoriano de 30 años, más locuaz y que acudía para conversar con suhermano, de 19 años, detenido por ser un inmigrante sin papeles en una plantación del sur de la isla.
Recuperar la libertad
Los cinco náufragos subieron a los coches de la policía, conducidos por agentes de paisanos, por una puerta lateral del centro de retención a las 16.40 y llegaron media hora después al centro asistido por la Cruz Roja en el otro lado de la capital. Los agentes no llevan una orden de expulsión contra ellos y el coordinador de Udjiama les indica, por primera vez desde que fueron rescatados, que son libres, que deben adaptarse a las normas del centro, pero que son libres.
El hombre conocido hasta ahora como Yazee puede escribir su nombre completo para descubrir que, paradójicamente, se llama Justice y se apellida Bay. La entrevista se produce en la entrada del centro, inidentificable desde el exterior, bajo unas amenazadoras nubes y unas finas e intermitentes gotas de lluvia. Justice disfruta sus primeros momentos de libertad. Se declara feliz, toma una bocanada de aire y dice: "Me encuentro bien, no tengo marcas de heridas, ni llagas; sigo tomando algo de paracetamol y vitaminas, pero estoy muy, muy cansado".
Bay, de 33 años, con barba incipiente, viste vaqueros, suéter y zapatillas deportivas. Habla pausado. Cuando se refiere al naufragio sólo acierta a aventurar que los patrones que lo dejaron abandonado tenían "entre 28 y 30 años", pero que no los reconocería, como demostró cuando el Cuerpo Nacional de Policía le mostró un catálogo de sospechosos.
Durante los 14 días de travesía, abandonados en el océano, murieron 12 de las 18 personas que habían embarcado desde una playa de Marruecos portando sólo unas pequeñas botellas de agua y algo de pan. El primero fue un niño de unos 12 años. Después fallecieron una mujer, un joven y nueve hombres más. "Ahora", afirma Bay, "todo eso está olvidado. Prefiero olvidar. La pesadilla acabó, también en mi mente".
Justice Bay comenta que ha hablado con un amigo que vive en Madrid. "Pero lo que quiero ahora", explica, "es que pasen unos días, descansar, conseguir papeles, seguir aquí, en Cruz Roja, y trabajar en la construcción", aunque su oficio en Sunyni, "la cuarta ciudad en importancia en Ghana", era el de granjero. Ayer por la tarde comenzó a congeniar con otros 20 compatriotas acogidos en el mismo centro de Cruz Roja y que conocieron su historia a través de los medios de comunicación. Su hermano Ofusi llegará dentro de cinco días desde Holanda para reunirse por primera vez "desde hace más de ocho meses".
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