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La huelga de empleados públicos en Francia paraliza el transporte

El Gobierno intenta reformar las pensiones con una economía en crisis

Transportes urbanos paralizados, aviones inactivos, trenes a medio gas y huelgas en la enseñanza y en los ministerios; ésta fue la jornada vivida ayer por Francia en una movilización contra el proyecto de reforma de las pensiones y, en el fondo, contra los temores a un desmantelamiento del sector público. Unas 700.000 personas, según los sindicatos (320.000, según la policía), participaron en las manifestaciones de las grandes ciudades, París entre ellas.

El 80% del tráfico aéreo comercial quedó suspendido. Los huelguistas fueron escasos en Air France, pero el paro del control aéreo provocó anulaciones en cadena. La enseñanza pública, llamada a la huelga, lo hizo entre un 60%-80%, según los sindicatos (46%-35%, según el Gobierno). Un tercio de los funcionarios de los ministerios siguieron el paro; los trenes de larga distancia funcionaron a medias (el paro afectó poco a los de alta velocidad) y las basuras de París se quedaron sin recoger.

Sin cantar victoria, los cuatro sindicatos convocantes (CGT, FO, UNSA, FSU) se dieron por satisfechos, porque las manifestaciones fueron más numerosas que en la demostración precedente del 1 de febrero, y porque la huelga se notó. La importante central CFDT no se unió al paro, por considerarlo prematuro, pero las demás prefirieron ponerse la venda antes de recibir la herida de una reforma que se lleve por delante el derecho de jubilarse a los 60 años sin alargar el periodo de cotización, contrariamente a lo que parece preconizar un proyecto gubernamental que aún no ha sido formalizado.

Sin decirlo de una manera tan clara, lo que más preocupa a los sindicatos es la pretensión gubernamental de igualar el trato entre los cotizantes. A cambio de una remuneración inferior a la del sector privado, los funcionarios y empleados de empresas estatales pueden jubilarse antes. Para el ministro de Trabajo, François Fillon, existe una diferencia "flagrante" entre el sector privado, donde se necesitan 40 años de cotización para jubilarse, y los del público, limitado a 37,5 años.

Subida de cotizaciones

Otras medidas en cartera son subir la cotización de los funcionarios del 7,85% actual al 10,35% que aportan los trabajadores de empresas privadas, y alargar el periodo salarial de referencia para calibrar la pensión, que ahora considera los seis últimos meses para los funcionarios. Los sindicatos exigen que la pensión mínima se equipare prácticamente al salario mínimo.

El malestar social estalla cuando el Gobierno está acosado por una sucesión de malas noticias económicas. El primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, ha tenido que admitir que su país vive una "ruptura del crecimiento", con casi todos los indicadores a media asta. La moral de las familias cae en picado y el paro no cesa de aumentar, dos diferencias contundentes respecto de lo que sucedió durante los años de Gobierno de la izquierda.

Además de las consecuencias de la guerra en Irak, el Gobierno se encuentra emparedado entre los compromisos con sus socios europeos respecto al déficit y el cumplimiento de las promesas electorales del presidente, Jacques Chirac. Entre la rebaja del impuesto sobre la renta, prometida por el jefe del Estado, y la reducción de la recaudación fiscal por causa de la menor actividad económica, las cajas estatales no tienen recursos suficientes cuando el déficit presupuestario rebasa el margen del 3% fijado por la UE.

Chirac se muestra hostil a adoptar una política de rigor y a dejar de cumplir la promesa de seguir bajando los impuestos. Con tales limitaciones, el Gobierno no tiene más arma que recortar los gastos. Tras la supresión simbólica de 1.089 puestos de funcionarios en 2003, Raffarin acaricia la idea de no sustituir a 30.000 de los casi 60.000 empleados públicos que se jubilarán en 2004. Pero el ahorro será modesto. La venta de empresas públicas aportará recursos, pero ese proyecto es uno de los motivos de la movilización. [En España, la huelga de controladores franceses provocó fuertes demoras en el tráfico aéreo. En el aeropuerto de Madrid se cancelaron 40 vuelos y otros 91 resultaron afectados. En Barcelona se cancelaron 17 vuelos].

La estación de Saint Lazare, en París, desierta durante la tarde de ayer.
La estación de Saint Lazare, en París, desierta durante la tarde de ayer.AP

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