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GUERRA EN IRAK | Cerco a Bagdad

"Estamos en el patio trasero de Sadam Husein"

Los marines norteamericanos están dando el último empujón de su avance hacia Bagdad al cruzar por miles el río Tigris y poner casi a tiro la capital iraquí. Una larga columna de carros de combate y vehículos de asalto recorrió más de cien kilómetros de desierto y tomó un estratégico aeródromo y una cabeza de puente que permitió comenzar el paso del gran río mesopotámico, principal punto geográfico de referencia antes de Bagdad.

"Ha sido el gran impulso", aseguró el teniente coronel Christopher Conlin, jefe del I Batallón del 7º Regimiento de Marines. "Llegará el gran día en el que alcancemos los arrabales de Bagdad", aseguró, "pero ya estamos en el patio trasero de Sadam Husein". Las fuerzas de Conlin protegen la cabeza de puente, pero los primeros marines en cruzar el Tigris fueron los del 5º regimiento.

El I Batallón tomó un aeródromo clave, situado unos 15 kilómetros al sur del Tigris, que podrá utilizarse como base para avituallar la línea del frente o para lanzar operaciones de bombardeo en el norte de Irak.

Cuando los marines llegaron hasta allí, en torno a las cuatro de la tarde de ayer (dos horas menos en la España peninsular), se hallaba prácticamente abandonado, aunque las tropas iraquíes, en su precipitada huida, habían dejado dos pistas de aterrizaje convertidas en un singular basurero de vehículos militares destruidos. "Intentaron que destruyésemos a bombazos el aeródromo para que luego no lo pudiésemos utilizar", aseguró Conlin. No lo lograron.

En su ruta hacia el norte, los marines calzaron por vez primera botas especiales contra armas químicas. Los ingenieros de combate hallaron campos de minas superficiales y los marcaron con cinta eléctrica de color blanco. No las hicieron explotar, sino que las rodearon para no retrasar el avance. El siguiente obstáculo, el canal de Sadam, fue salvado con la construcción acelerada de un puente flotante. Un poco más allá, los cuerpos sin vida de seis soldados iraquíes jalonaban el camino junto a los restos humeantes de un camión militar y un montón de municiones de lanzagranadas y toda suerte de armas de corto alcance.

Los marines se mostraban sorprendidos por la escasa resistencia que encontraban. "Le hace preguntarse a uno dónde está el Ejército iraquí", aseguraba James Boas, de 19 años, tripulante de un vehículo blindado. "La verdad es que esperábamos tener que luchar contra alguien".

El largo camino hacia el Norte entraba en su tramo final. Se trata de una de las mayores invasiones terrestres jamás emprendidas por los marines estadounidenses. "Los vehículos están aguantando bien", afirmaba el sargento artillero Thomas Boore. "Pero la gran batalla todavía no ha llegado".

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