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Columna
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Tenían un plan

Se veía venir. Las bombas han acabado por tener el mismo cociente intelectual que quienes ordenan tirarlas. Lo avisó un tipo llamado Peter: cada cual asciende hasta alcanzar su nivel de incompetencia. Aunque en este caso baje, porque las bombas más bien caen. Y como ya no son capaces de discernir impactan en mercados y en las casas de la gente. Como en los viejos tiempos. Sólo que entonces nadie llamaba inteligentes a las bombas. Ni a quienes ordenaban tirarlas. Y, claro, los iraquíes que no son tan tontos como las bombas no quieren que les salven matándolos. ¿Para qué querrían un Irak democratizado a fuerza de bombas superdotadas si no queda nadie para contarlo?

Algo está fallando, piensan en la Casa Blanca y el Pentágono. Se dice que el Capitán América ha perdido el sueño, el sueño americano, y deambula por el Despacho Oval tronando contra unos individuos tan desagradecidos. Deberían estar comiendo el pan de su mano y en cambio se la muerden. Por eso ha ordenado que les lancen más bombas inteligentes, a ver si se contagian un poco y acaban por darse cuenta de que todo es por su bien.

Aunque sea largo. Porque ésa es otra; el Capitán América vendió su guerra diciendo que sería breve. Al ver lo que se le venía encima, Sadam acabaría por liar el petate después de lanzar varias armas de destrucción masiva contra los aliados, a fin de que el Capitán América pudiera declarar que siempre tuvo razón y que por eso ordenó una guerra preventiva: no para que Sadam les rociase de gas venenoso y ántrax, sino para impedir que los usara. Pero la guerra va para largo. Y para ancho, porque no sólo los iraquíes están descontentos; los jordanos también lo están y piden a sus hijos que estudian o trabajan en Irak que luchen contra el Capitán América. En el norte, los turcos quieren sacar tajada borrando del mapa a los kurdos, por lo que los hijos del Capitán América tienen que estar a combatir contra Sadam y contra Estambul. Un acierto. La guerra lleva dos semanas y todo empieza a ir lo peor posible. El frágil equilibrio de la región está desmoronándose, vamos, que ya no es ni equilibrio. Y fuera de la región todo el mundo clama no sólo para que se ponga fin a la guerra. También se alzan voces —algunas muy poderosas— pidiendo que se vuelva al imperio de la ONU, es decir a la reglamentación del orden internacional.

Sin contar con los aprovechados como la Corea de Iparralde, que amenaza con quitarle los mocos a Japón. O los de aquí. Al menos eso asegura el que nos ha metido en este lío. El Señor de la Guerra, perdón, de la Paz, cree saber que los nacionalistas se amparan en el revuelo de la guerra para llevar al límite sus propósitos nacionalistas, pero se equivoca. Nuestro Capitán Araña o Armiarma la está armando en plan más retorcido. Está seguro de que Madrid, o sea, todo el mogollón urbano incluidos la Castellana, el Retiro y los socavones de Manzano, va a venir a por ellos como ya está viniendo desde hace mucho —Begoña Lasagabaster clama que nos están criminalizando... ¡la identidad!—; y como está seguro de que va a ser así hace todo lo que puede para provocar que intervengan el oso, el madroño y el Manzanares. Se trata de la típica profecía autocumpliente: la cuerda se va a romper porque estoy haciendo todo lo posible para que se rompa. Lo malo es que el Capitán Araña-Armiarma no sirve ni para profeta en su tierra porque no alcanza a ver más allá de sus narices.

Madrid no va a venir, ya está viniendo. Ni siquiera Anasagasti que está allí se ha percatado. Será porque tiene algún problema con la Corona. O con la coronilla, cualquiera sabe. Lo cierto es que Euskadi ya está incluido en el Eje del Mal. Por eso los B-52 sobrevuelan el territorio esperando que se les caiga una bomba atómica como en Palomares. O varias toneladas de bombas convencionales, pero tan pitagorines como para discriminar a los nacionalistas y ponerlos fuera de combate. Lo del agua de Bilbao formaba parte del plan. Se trataba de un ataque bacteriológico en toda regla para que la población se fuera por la pata abajo. ¿Qué resistencia puede ofrecer un pueblo que en vez de dignidad tiene los pantalones en los tobillos?

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