"La competencia del Este debe servirnos de revulsivo"
La electrónica de consumo está revuelta, en una mezcla explosiva con las telecomunicaciones y las tecnologías de la información. Pedro Navarrete, director general de Sony España desde el pasado febrero y, sobre todo, músico, es una de esas mentes que rumian cómo un viajero puede grabar imágenes con su cámara digital y enviar minutos de película o fotografías a su hogar desde un ordenador o un teléfono. "El uso y el valor del producto cambia, cualquier producto será completamente distinto de como lo habíamos concebido", explica la mano derecha de Domingo Jaumandreu, presidente de Sony España, con unos ingresos de 1.405 millones de euros, 42 millones de beneficio y 2.300 empleados.
"Cualquier producto será completamente distinto a como lo habíamos concebido. La obsersión está en aprovechar la red"
Pregunta. ¿Cómo capea Sony la crisis?
Respuesta. Pues bien. Con la digitalización. Tenemos que hacer una conversión muy rápida. Hemos recorrido varios estadios, como desarrollar productos digitales y como poder interconectarlos para que permitan el trasvase de información entre sí. Ahora, la obsesión está en aprovechar la Red: hacer cámaras, productos de audio, cámaras de fotografía digital, televisores que en cualquier momento puedan entrar en la Red para compartir contenidos con quien se quiera.
P. ¿El panorama está como para consumir?
R. La fábrica de Viladecavalls (Barcelona) está en los niveles presupuestados, igual que las ventas en el mercado interno. Crecemos cerca de un 5%, al mismo ritmo que el mercado. Tuvimos un punto cumbre, entre 1998 y 1999, con crecimientos de dos dígitos. Luego, la cosa se fue enfriando. Estamos en un nuevo macrosector ya indivisible, que en España mantiene el tipo con un crecimiento moderado del 5% gracias a la migración hacia la tecnología digital y a los productos de mayor valor añadido. Es menos que en el Reino Unido, en plena fiebre de la televisión digital, pero más que en otros países como Francia y, desde luego, Austria o Alemania.
P. En 2001, Sony planteó una suspensión temporal de empleo en Viladecavalls, la mayor planta de televisores de Sony en Europa y la mayor de Sony fuera de Japón, por el bajón de la demanda. Y evocó la palabra mágica, la flexibilidad.
R. La fábrica ha logrado una gran flexibilidad. Cambió líneas muy largas de producción por líneas más cortas y flexibles. El modelo que se produce puede cambiarse en tiempo récord. También hemos intentado plantear una alianza con los grandes clientes para poder planificar mejor la producción. Estamos en ello.
P. El año 2001 se planteó de transición, por la sustitución de productos analógicos, que tiende a fabricar en la República Checa, por digitales. ¿Se está yendo bastante deprisa?
R. Cuando el producto es fácil de producir, el peso de la mano de obra es un 40% de su coste final, y se requiere mano de obra menos cualificada, es más candidato a trasladarse allí donde la mano de obra cuesta menos. Cuando el producto es sofisticado y tiene valor añadido, importa fabricarlo donde haya la mejor gente, el menor ratio de errores y la mejor productividad. Siempre se cede algo, pero vienen cosas nuevas. La fábrica de Barcelona, de la que se exporta más del 80% de lo que produce, es todo un modelo, es muy dinámica. En ella desde hace poco se producen proyectores de profesional y plasma, algo que Sony sólo hacía en Japón. Este debate es sano. No nos permite dormirnos. Que en el Este haya mano de obra barata debe servirnos como revulsivo para ser competitivos.
P. ¿Toda la producción ya es digital?
R. Empieza a serlo. En Navidad se empezaron a hacer los televisores capaces de recibir la emisión digital en abierto, al margen de que todo televisor pueda ser digital con un descodificador. Un 70% de las cámaras son digitales, como el cien por cien de las cámaras fotográficas, el cien por cien de DVD o más de un 80% de la alta fidelidad.
