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INTERNACIONAL

EDF entra en la penumbra

La caída de sus resultados dificulta su privatización y su salida a Bolsa

A Électricité de France se le empiezan a cruzar los cables de la liberalización del mercado energético. No ha entrado en números rojos, como muchos esperaban, pero su beneficio ha caído un 42,8% en 2002, tiene estancados sus capitales propios en 13.883 millones y su deuda roza los 26.000 millones. Su presidente se queja de la imposibilidad de fijar libremente los precios a sus clientes.

El beneficio de la compañía eléctrica ha caído un 42,8% en 2002, y su deuda roza los 26.000 millones de euros

Existía gran expectación ante la presentación de resultados de Electricité de France (EDF), entre otras cosas porque corría el rumor -Le Monde se hizo eco del mismo el 14 de marzo- de que el grupo iba a cerrar el ejercicio en números rojos. No fue así, aunque 2002 conoció unos beneficios en retroceso del 42,8% respecto a los de 2001 que, a su vez, ya fueron un 26,3% inferiores a los de 2000. En cualquier caso François Roussely, su presidente, reconocía en privado que "tenemos un problema de fondos propios", recordaba que "desde hace 18 años no recibimos dinero del Estado" al tiempo que lamentaba no poder fijar libremente el precio del suministro.

Los 481 millones de beneficios de 2002 parecen poca cosa ante los 1.100 millones de media entre 1997 y 2000, sobre todo porque, en ese mismo tiempo, el volumen de negocio de EDF conoce una importante progresión, de 28.494 millones a los actuales 48.359.

Reivindicación tarifaria

La deuda también progresa y hoy roza los 26.000 millones de euros mientras, en cambio, los capitales propios se estancan: 13.526 millones en 2000 por 13.883 hoy. La rentabilidad de esos capitales propios, que debiera ser según los objetivos oficiales del orden del 8%, es mucho más modesta, un 3,5% en 2002.

La curiosidad que despierta EDF, presente en los mercados británico, alemán e italiano y de manera indirecta en Suecia, España, Suiza, República Checa, Austria, Polonia y Hungría, con filiales también en Brasil y Argentina y presencia en México, EE UU, Marruecos, Costa de Marfil, Egipto, África del Sur y China, se debe no sólo a su gigantismo e importancia sino también a su condición de empresa pública en espera de privatización.

Hace un par de meses la dirección de EDF, que había negociado el acuerdo con los sindicatos, vio como los trabajadores del grupo se negaban a la reforma de sus planes de jubilación, es decir, no aceptaban pasar al régimen general y salir así del específico gestionado por la propia EDF. "El referendum lo convocó la CGT para hacer aceptar la reforma a sus afiliados. Pero en ese tipo de consultas el votante raramente responde a lo que le preguntan. Creo que no respondía más al temor que despierta la apertura del capital de la empresa que a los cambios en las pensiones", dice Roussely.

En este momento Roussely reclama al gobierno un aumento del 4,8% de las tarifas eléctricas que ya sabe que no se le concederá por razones macroeconómicas. Al mismo tiempo el gobierno que controla los precios le exige a Roussely que privatice lo más deprisa posible y que se comporte como una empresa totalmente independiente. "El modelo ultraliberal ha sido un fiasco con Enron, en California, o con British Energy. En la cumbre de Barcelona se acordó abrir los mercados, pero conservar la noción de servicio público y redefinirla. A mí, a EDF, se me piden beneficios, pero al tiempo me obligan a producir kilovatios eólicos que nos salen cuatro veces más caros que los otros", señalaba el presidente de la empresa.

La pobre rentabilidad de los fondos propios y el endeudamiento de EDF, unidos a un contexto internacional y bursátil especialmente moroso, hacen arriesgada la introducción en Bolsa de EDF. Una posibilidad consistiría en hacer salir al mercado RTE (Red de Transporte Eléctrico), una vía para obtener como mínimo 4.000 millones que servirían para recapitalizar EDF. Por otra parte, las pérdidas de más de 1.100 millones debidas a la argentina Edenor y a la brasileña Light, así como a las actividades mexicanas, son fruto del hundimiento del peso y del real respecto al dólar. La depreciación de esta divisa en los últimos meses explica en parte que el temor a los números rojos se haya desvanecido.

Para Le Figaro, "EDF es una empresa frágil para afrontar los riesgos de la privatización" y subraya que necesita de una "recapitalización para embellecerse y ser atractiva". Para un analista del diario económico La Tribune, "sólo una privatización parcial y varias ampliaciones de capital pueden poner orden en EDF". Si el gobierno admite retrasar la privatización hasta mediados de 2004 es porque desea que EDF cambie antes de estatuto legal.

Para Roussely "el problema no es el estatuto de la empresa sino la rentabilidad", pero al mismo tiempo admite "haber llevado hasta el límite lo que es posible hacer con una empresa pública". De hecho, su mantenimiento al frente de EDF dependía de los resultados presentados el miércoles. De haber admitido un resultado negativo, es decir, de no haber incorporado parte de los fondos propios al capítulo de beneficios, hoy el socialdemócrata Roussely ya habría sido sacrificado por un gobierno conservador.

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