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Columna
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'Freaks'

Supongo que está mal ahondar en las penurias de una empresa privada, pero, tratándose de televisión, uno puede ocultarse tras una cortina de legítima defensa. Dentro del mefítico panorama que ofrece la televisión generalista, hay un fenómeno que brilla con luz propia: que Antena 3 no da una.

Consagrada, como todas las cadenas, a contenidos impresentables, la televisión basura que propone Antena 3 siempre queda eclipsada ante las no menos basureras propuestas de otras cadenas. El último ejemplo de esa desastrosa política lo constituye el programa X ti, un espeluznante alegato machista que reunía de consuno los caracteres de harén islamita y castizo puticlub. El aluvión de guarrerías esperable se ha cortado en seco ante las bajas audiencias obtenidas. X ti se suma a una largada cadena de fracasos en la programación de Antena 3.

El fenómeno no es nuevo: tras el éxito de Gran Hermano, Antena 3 ideó El bus, donde reproducía el esquema de Tele 5 con una importante diferencia: si los concursantes de la primera edición de Gran Hermano eran buenos chicos, extraídos del mejor o peor sustrato nacional, los concursantes de El bus resultaban seres embrutecidos, maleducados, conscientes titulares de una fama y de unos millones que aún no habían visto y que nunca llegaron a ver. Más tarde, cuando Televisión Española crea Operación Triunfo, Antena 3, en un nuevo ejemplo de mimésis, la emprende con una academia de actores que sólo ha pasado a la historia por su clamoroso fracaso en las audiencias.

Todo esto demuestra que, incluso a la hora de fabricar basura, hay formas y formas de hacer; y que el dinero, en la hedionda televisión actual, no siempre llueve del cielo. Antena 3 ha jugado siempre, desde una perspectiva empresarial, de forma conservadora, sin arriesgar un ápice y reproduciendo los formatos que en otras cadenas ya habían alcanzado el éxito. Pero incluso hablando de televisión basura la audiencia prefiere el original antes que la copia.

La vulgaridad retrosexual del X ti de Antena 3 poco podía hacer ante ese maravilloso desfile de freaks que ha logrado Tele 5 con el espeluznante Hotel Glamour. En Hotel Glamour vamos a lo que vamos, y cuando uno busca mierda nada como la mierda de verdad. Puestos a ahondar en las pasiones más inconfesables, el barrigón de un peluquero feo, divorciado de una cantante en horas bajas, dice mucho más que los revolcones encamados de dos seres anónimos, por muy atléticos que sean. Hotel Glamour ahonda en la escoria del país, mientras que X ti era la representación hortera de esa misma escoria, sólo que presuntamente dignificada por su paso por el gimnasio.

La galería de freaks de Hotel Glamour, además, permite reflexionar largamente sobre la historia. Gracias al cerebro de Dinio comprendemos por qué Fidel Castro morirá en la cama, tras décadas y décadas de dictadura. Gracias a las excentricidades del aristócrata Pocholo se nos hacen visibles la decadencia del imperio español o el secular retraso de una Andalucía plagada de latifundistas. Gracias a Aramís Fuster comprendemos, al fin, por qué los capricornios nunca leemos nuestro horóscopo.

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Pero el seguidismo televisivo de Antena 3 tiene otras implicaciones. Durante años, sus informativos han jugado a ser más oficialistas que los de La Primera, cosa que resulta absolutamente imposible. Para escuchar medias verdades, nada como seguir a Urdaci, periodista made-in-Universidad de Navarra y notorio portavoz gubernativo. El inexistente Tercer Grado que aplica en La Primera Carlos Dávila a sus entrevistados (todos de una unanimidad ideológica que asombra) explica este prolongado fracaso de Antena 3 en ser más aznariana que la tele de Aznar. Y es que si en freaks populares siempre gana Tele 5, para freaks informativos nada como La Primera. Ante este panorama, Antena 3 no encuentra sitio en los anchos cerebros de todas las Españas.

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