Aguas que movieron piedras
Las ruinas de cuatro molinos jalonan este precioso curso entre los términos de Prádena del Rincón y Horcajuelo
Mucha gente se piensa que los pueblos de la sierra del Rincón -Prádena, Horcajuelo, Montejo, La Hiruela y Puebla- han sido siempre lugares exclusivamente ganaderos, baldíos de roca y hierba montaraz donde nunca se ha cultivado gran cosa, y menos delicados cereales, de modo que el pan debía de llegarles como lo hace ahora, a bordo de una furgoneta que se anuncia tocando el claxon como si transportase a las furias, y antes de eso, como el maná que Yavé rociaba sobre los hijos de Israel en el desierto de Sin.
La realidad, muy otra, es que hace 30 años estos pueblos estaban rodeados por completo de cultivos, campos frumenticios que no han dejado rastro sobre el terreno, pero sí en la toponimia: los tercios -así llamados porque en ellos se alternaban el centeno, el pasto y el barbecho-; los linares, donde además de lino se sembraba, por ser la tierra mejor, trigo; los quiñones, predios comunales que se arrendaban a particulares interesados en labrarlos... Asimismo, estaban las eras donde se trillaba, y lógicamente, el molino.
Hace 30 años, estos pueblos estaban rodeados por completo de cultivos
Solía éste pertenecer al concejo, el cual se lo alquilaba a un molinero que, como recoge un contrato de 1806 de Puebla de la Sierra, se comprometía a "llevar y traer el grano de los vecinos... y maquilar de cada fanega medio celemín de trigo o centeno de la clase que sea... y dar y pagar a la dicha villa cada mes su rateo de... catorce fanegas de centeno y tres medias de trigo, que éstas las ha de dar para el día de letanías...". Además, se ocupaba de mantener el semental de las cerdas, vaya usted a saber por qué.
El curso más molinero de la comarca es (o fue) el arroyo de la Garita, cuyas aguas nacen en la ladera sur de la sierra Cebollera, en plena Somosierra, y después de regar el término de Horcajuelo, se juntan en Prádena con las del río Cocinillas para ir en busca del cercano Lozoya. Remontar su corriente desde Prádena, rastreando los cuatro molinos que sabemos que movió, es nuestro plan de hoy.
En Prádena nos echamos a andar por la calle del Pez, bordeando el ábside del precioso templo románico-mudéjar, y luego descendemos por la del Carbón, que más adelante se llama camino del Molino.
Al final se encuentra la nueva depuradora y, justo antes de ésta, a la izquierda, un caminejo, empedrado a trechos, que baja al río Cocinillas, lo cruza por un puente de cemento y muere ante el ruinoso molino de Prádena, el cual mira por una ventanuca hecha con piedras de moler este idílico rincón sombreado por un añosísimo chopo.
Sin dejar la margen en que se asienta el molino, y buscando el mejor paso por el roquedal ribereño -pues ya no hay camino-, avanzamos aguas arriba pasando de largo otro puente y unas minas de mica.
Así, a la media hora del inicio, llegamos al punto donde afluye al Cocinillas el arroyo de la Garita, por el cual subimos -a mano izquierda- hasta ver un tercer puente junto al que, en teoría, se hallaría el molino de la Garita. En la práctica, empero, no hallamos una piedra.
Sí descubrimos, en cambio, una senda clara que nos guía por la misma orilla hasta Horcajuelo -una hora desde Prádena-, pueblo admirable por su cuidada arquitectura de piedra pizarrosa y por su celosa preservación de los espacios y elementos tradicionales: fragua y museo etnográfico, entre otros.
Lástima que las ruinas del molino de Martín Braojos, visibles desde el arranque de la carretera que lleva a Montejo, no hayan corrido aún la misma buena suerte.
Nuestra andadura prosigue saliendo de Horcajuelo por el camino de las Pilillas, una pista asfaltada que sube dejando atrás los alojamientos rurales de Las Eras y muere, dos kilómetros después, junto a una granja. Aquí cogemos una pista de tierra que asciende hacia la izquierda y, acto seguido, otra más llana que sale a la derecha, para llegar, cumplidas dos horas de marcha, al pinarcejo que cobija el molino de Horcajuelo. Este molino fue el más útil y utilizado de todos los de la zona: el único que molía en el rigor del estío. Por eso, seguramente, sigue estando en pie y de buen ver.
Una ruta de dificultad media
- Dónde. Prádena del Rincón se halla a 88 kilómetros de Madrid y tiene su acceso más directo por la carretera de Burgos (N-I), tomando la salida de Buitrago y luego el desvío hacia la localidad de Gandullas (M-127). De Madrid salen autobuses de Continental Auto (teléfono 91 314 57 55).
- Cuándo. Cualquier época es buena para efectuar esta marcha de 4-5 horas y 16 kilómetros -ida y vuelta por el mismo camino-, con un desnivel acumulado de 200 metros y una dificultad media (hay que tener en cuenta que parte de la ruta es a campo traviesa).
- Quién. El Ayuntamiento de Prádena del Rincón (plaza de la Constitución, 1; teléfono 91 869 71 08) ofrece información sobre rutas a pie por la zona. También se hallará abundante documentación en el Centro de Recursos de Montaña, situado en el vecino pueblo de Montejo de la Sierra (Real, 1; teléfonos 91 869 70 58 y 91 869 72 17). Por último, puede consultarse en Internet el sitio www.sierranorte.com
- Y qué más. El arroyo de la Garita y sus molinos figuran en el mapa excursionista Sierras de Ayllón y Ocejón, editado por La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; teléfono 91 534 32 57). En su defecto, conviene llevar la hoja 19-18 (Prádena) del Servicio Geográfico del Ejército o la equivalente (458) del Instituto Geográfico Nacional.
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