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Francia restablece las expulsiones masivas de inmigrantes ilegales en vuelos semanales

Un total de 270 extranjeros han sido expulsados de Francia en menos de un mes por el procedimiento de agruparlos en vuelos especiales, fletados por el Ministerio del Interior, o de introducirlos a bordo de aviones comerciales, también en grupos. El restablecimiento de la política de expulsiones masivas, que no se practicaba en Francia desde mediados de los años ochenta, acompaña el regreso al primer plano del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, tras los meses en los que su protagonismo se ha visto oscurecido por el de Chirac y su ministro de Exteriores, Dominique de Villepin.

"En adelante, habrá vuelos de este tipo cada semana", prometió Sarkozy el miércoles pasado en un debate celebrado en la Asamblea Nacional. Cuando el ministro francés del Interior se empeña en algo, se puede estar razonablemente seguro de que no parará hasta lograrlo.

Por otra parte, nadie podrá acusarlo de unilateralismo: el cuarto "vuelo especial" de expulsados se efectuó ayer a bordo de un avión español, que llegó a París con 57 rumanos enviados desde España. Los franceses hicieron subir al aparato a otros 20 rumanos y los mandaron a todos a Bucarest.

Todo comenzó el 3 de marzo. A la chita callando, un avión despegó del aeropuerto parisiense Charles de Gaulle para llevarse a 54 personas sin documentación a Costa de Marfil y Senegal. Se trataba de "desbloquear" la zona de espera del aeropuerto parisiense donde se confina a los extranjeros en espera de resolver su situación.

Esta primera "devolución masiva" dejó de ser discreta en cuanto los expulsados llegaron a sus países de procedencia. Comenzaron a denunciar los malos tratos que habrían sufrido en territorio francés. Un senegalés de 30 años contó que sus compañeros y él habían pasado por un calvario en la zona de retención del aeropuerto parisiense: "Llegamos a estar hasta 24 horas sin poder ir al baño, los policías nos pegaban todas las noches", aseguró tras describir que los habían atado como animales el día de la expulsión.

Sin ponerse nervioso, Sarkozy decidió pagar a la Cruz Roja una plaza en cada avión de expulsados para que un miembro de esta organización sea testigo de que el trato policial hacia los extranjeros es correcto. Además, se encaró con sus críticos: "¿Cuál era la alternativa a la expulsión?", preguntó. "¿Mantenerlos en la zona de espera del aeropuerto, cuando no tenían documentos ni derecho a quedarse en nuestro territorio?". El pasado día 20, otro avión salió hacia Senegal con 47 expulsados de esta nacionalidad y otros 8 de Malí. El martes pasado, día 25, les tocó el turno a 55 de Costa de Marfil y a 10 senegaleses, a bordo de otro aparato fletado por el Ministerio del Interior. La política de expulsiones masivas no se ha cebado hasta ahora con los magrebíes, ya que Sarkozy mantiene delicadas negociaciones para constituir el Consejo del Culto Musulmán.

Asociaciones de derechos humanos y una parte de la izquierda han protestado contra una política que estableció Charles Pascua, cuando fue ministro del Interior, y que los gobiernos de izquierda pararon después.

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