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GUERRA EN IRAK | La primera semana

5.000 salidas, miles de misiles

Guillermo Altares

La guerra empezó a las 3.35 del jueves con un ataque selectivo contra Bagdad, cuyo objetivo era descabezar al régimen. Desde entonces, según informó ayer el ministro británico de Defensa, Geoff Hoon, las aviaciones británica y estadounidense han efectuado unas 5.000 salidas. Eso sin contar los misiles de crucero lanzados desde buques y submarinos en el Mediterráneo y el Golfo Pérsico. El viernes, cuando empezó la Operación Impacto y Pavor (eufemismo del bombardeo masivo, aunque no indiscriminado), fueron lanzados 1.000 misiles. "Será una campaña como ninguna otra en la historia", anunció el general Tommy Franks. El jefe de las operaciones no se refería a la envergadura (para la invasión de Normandía fueron movilizados tres millones de soldados), sino a la precisión y a la capacidad militar.

La guerra del Golfo de 1991 se vendió como el primer conflicto tecnológico de la historia, con las imágenes de las bombas inteligentes (guiadas por sistemas de GPS o de láser) retransmitidas por la CNN: parecía que eran capaces de volar una vela sin abollar el candelero. El Pentágono reconoció después que sólo un 10% de las bombas lanzadas en aquel conflicto eran guiadas. Ahora, un 80% lo son, aunque los errores son inevitables: un mercado fue alcanzado ayer en Bagdad. Y no se sabe si los bombardeos contra otras ciudades iraquíes en las que no hay corresponsales extranjeros han causado este tipo de víctimas civiles. Pero las dudas también se producen en el terreno militar. Las campañas de bombardeos masivos casi nunca han tenido el efecto que se esperaba: las decenas de miles de bombas sobre Vietnam son el ejemplo más claro. The New York Times recogía ayer la opinión de un experto que señalaba que el primer objetivo -acabar con el régimen desde el aire- no había funcionado. "Lo principal que sabemos es que este Impacto y Pavor no ha alcanzado su objetivo", dijo Robert A. Pape, autor del libro Bombardear para ganar.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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