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GUERRA EN IRAK

Un país con Internet censurado

Ángeles Espinosa

"Su acceso ha sido denegado. Consulte con su proveedor de Internet". El aviso pone en evidencia al usuario que ha intentado entrar en uno de los muchos sitios prohibidos: las páginas de cualquier grupo de la oposición, de Google o simplemente una cuenta de correo personal que no esté registrada con una de las dos empresas autorizadas.

Esto es Irak y en consonancia con la falta de libertades que caracteriza el país tampoco están permitidos los chats ni los juegos en línea. Bagdad ha perdido de antemano la guerra en la Red.

Los letreros lo advierten claramente en cualquiera de la treintena de centros de Internet distribuidos por Bagdad y que a pesar de estar redactados en árabe utilizan la palabra inglesa freemail para referirse al correo electrónico gratuito. Como si el peligro estuviera en el free, gratuito, pero también libre, una palabra que encaja mal con el sistema de control centralizado del régimen. Allí, en silencio, y con un cierto aire de solemnidad que contrasta con el ambiente informal en los cafenets de cualquier otro lugar del mundo, unos pocos iraquíes mantienen contacto con el mundo.

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"Vengo a ver mi correo y a enviar un mensaje a mi primo que vive en Estados Unidos", cuenta Ahmed, en el centro de Internet de la calle Saadún. El acceso es lento y el sistema se cae con frecuencia, pero los iraquíes, que no conocen las líneas ADSL, se muestran pacientes. La parroquia es sobre todo masculina. Hombres jóvenes, entre 25 y 35 años. Sólo en el centro de la calle Veintiocho de Abril, he visto de vez en cuando a alguna mujer. Tal vez ayude a que en uno de los turnos, hay una como encargada.

"Es muy caro", justifica Afrag, una experta en ordenadores que no puede permitirse una conexión en casa. Enviar o recibir un mensaje desde el buzón del propio centro cuesta 500 dinares (20 céntimos de euro). Una hora de navegación, con acceso a la propia cuenta de correo, el doble. Una fortuna para la mayoría de los 24 millones de empobrecidos iraquíes.

Con salarios que en el mejor de los casos llegan a los 30 euros al mes, son pocas las familias que tienen un ordenador en casa. Los 500.000 dinares que cuesta la conexión más barata a Internet suponen un gasto suntuario al alcance de unos pocos privilegiados. Y eso a pesar de que el coste de la llamada local es casi despreciable.

La mayoría de las empresas que necesitan este instrumento para sus comunicaciones optan por contratar tan sólo el servicio de correo electrónico, una posibilidad que sale por 100.000 dinares y un montón de papeleo en el Ministerio de Comunicaciones.

Sin acceso a Hotmail, Yahoo o cualquier otro servicio de correo gratuitos conocidos (los españoles aún no están bloqueados), los iraquíes no tienen más remedio que abrirse una cuenta con uruklink.net o warkaa.net, los dos proveedores autorizados, y controlados, por el régimen.

"Leen mi correo"

"Estoy seguro de que leen mi correo", manifiesta A. al S., un ingeniero con amigos en el extranjero. Aunque algunos aficionados se retan a quitar los candados del sistema, se trata de un juego peligroso que en público jamás admitirán practicar.

El propio concepto de Internet, una red abierta y accesible a todo el mundo, encaja mal con los principios del régimen iraquí, que lucha inútilmente por que nada escape a su control. Las situaciones llegan a ser patéticas. En la oficina de Internet que hasta hace unos meses funcionaba en el centro de prensa, una operadora tramitaba los mensajes de los periodistas.

En ese contexto, casi parece una broma que el Ministerio de Asuntos Exteriores invitara en febrero a los visitantes de su web a enviar "preguntas sobre las relaciones entre Irak y los inspectores de la ONU". A tenor de algunos intentos, o ha recibido muchas consultas o las respuestas se elaboran sin prisa. El buzón de esta corresponsal no muestra ningún mensaje con el remite foreign@uruklink.net.

La medida, como las páginas bilingües árabe-inglés de que disponen los medios de comunicación iraquíes, estaba sin duda más orientada al exterior que a los iraquíes. Pero incluso ahí el Gobierno de Bagdad tiene la batalla perdida. Sus webs son modestas y lentas. La página de Babil , el periódico iraquí más volcado en Internet, ofrece el contenido del diario con dos días de retraso. Y en la guerra virtual, también la superioridad tecnológica del rival es total.

El primer asalto empezó meses atrás cuando Estados Unidos lanzó una campaña de envío de mensajes electrónicos a funcionarios iraquíes. Les pedían que revelaran dónde estaban escondidas las armas de destrucción masiva y que desobedecieran las órdenes de usarlas. De inmediato, el sistema quedó bloqueado. Cuando volvió a funcionar unos días después, se habían incrementado los filtros.

Los mensajes salientes pueden tardar un par de horas en llegar al destinatario y los entrantes, hasta un día. Desde entonces no ha cesado el pulso. Hace unos días, un hacker logró introducirse en la página de la agencia oficial de noticias, INA y desviar el enlace del canal por satélite de la televisión iraquí a un lugar alternativo en el que se animaba a los iraquíes a "echar a Sadam de la presidencia". El sitio, que ofrecía enlaces con la Casa Blanca y la cadena de televisión Fox, prometía a los iraquíes: "La gente de Dios en la tierra prometida está de camino a salvaros de la desesperación y la angustia".

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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