_
_
_
_
_
CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Impasible el alemán

Estos días se ha estrenado en los cines El americano impasible. Un periodista, acostumbrado a ser mero espectador de la guerra, se da de bruces con un atentado terrorista del que sabe responsable a un norteamericano. En la primera y última secuencias, la cámara nos muestra el único icono inexpresivo posible: la espalda del joven espía yankee flotando en el río, observada por el periodista que ha tomado partido contra el terror.

Nunca me he fiado de la gente impasible, desde que oí cantar aquel himno del Cara al Sol que trataba de un alemán impasible. En seguida me di cuenta de que ser impasible debía ser algo malo, porque desde niña sabía que los alemanes habían invadido Francia, poco antes de que yo naciera, y recordaba sus fotos desfilando "impasibles" por París.

A veces pienso que este pueblo no se merece el bosque encantado de OmaImpasible el alemán
Nunca me he fiado de la gente impasible, desde que oí cantar el 'Cara al sol'

Y sabía que si no entraron en España fue por su amistad con el general que mandaba allí, el cual también parecía bastante impasible. Y que por eso les dedicaría la canción. Pasaron años hasta que comprendí que la canción no hablaba de un alemán impasible, sino de un ademán. Bueno, me dije, tampoco hay tanta diferencia. ¿Acaso una buena persona permanecerá impasible cuando otros lloran?

En esta película, Michael Caine pierde su ademán impasible por una mujer, que es aquí la encarnación del "factor humano", con que Graham Greene se anticipaba en decenios a lo que hoy se llama efecto mariposa. O sea, que todos los planes de George Bush se pueden ir al traste por culpa de una mariposa que ha aleteado en Pekín.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El técnico del Pentágono, delante de su Blue Deep, ese cacharro inteligente que venció a Kasparov, se da de cabezadas al darse cuenta de que se le olvidó introducir el aleteo de la dichosa mariposa y por eso no salen las cuentas del tiempo que costará entrar en Bagdad.

Esto se ha explicado bien en ciencia ficción. Siempre que alguien va a viajar hacia el pasado, lo primero que le advierten es que no toque nada, porque la menor alteración puede cambiar el futuro, de manera que él mismo no nazca, por ejemplo; o algo peor.

Cada vez que lo oigo, me digo que para eso no hace falta viajar en el tiempo, porque cada vez que respiramos ya estamos cambiando el futuro y haciendo que otros (o yo misma, quién sabe) dejen de nacer.

Por eso la gente se vuelve impasible. Porque mucho antes de que se descubriera la teoría del caos y de escribirse El factor humano, la intuición popular sabía que hay situaciones en que no se debe ni que respirar, para no generar una perturbación comparable al aleteo de una mariposa.

En 1931 muchos ciudadanos berlineses y muniqueses mantenían impasible el ademán mientras veían como los nazis humillaban a sus convecinos judíos. Pero, aún conteniendo la respiración, no pudieron impedir que una mariposa aletease en Pekín y unos años después se les cayó el cielo sobre sus cabezas.

Cerca de Gernika, a unos metros de una cueva de pinturas prehistóricas, un pintor vasco, quizás el mayor exponente activo de la cultura vasca, tiene pintado un bosque, no sobre un lienzo ni en la pared de una cueva, sino en los propios árboles cercanos a su casa.

Hace unos días, los guerreros que defienden esa cultura y esa lengua "amenazadas de extinción", han pintarrajeado los árboles. No es la primera vez que lo hacen. Pero en esta ocasión han escrito además una sentencia: "Ibarrola español, ¡ETA mátalo!".

En el país vasco todos sabemos que esa señal precede al tiro en la nuca. Es el ritual con que los terroristas escenifican el veredicto del pueblo para que ellos ejecuten la sentencia.

Al día siguiente hallándose la mujer del pintor junto a su casa ocupándose de unas plantas que había sembrado, se le acercaron unas vecinas. Durante un rato conversaron acerca de simientes y de lo que es bueno o malo para que las plantas crezcan saludables. Luego se despidieron y la mujer siguió con su tarea.

En toda la conversación, no había habido la menor alusión al marido y convecino que acababa de ser marcado públicamente como víctima para el sacrificio.

En los mismos días, recibieron también una llamada telefónica del lehendakari. Les dijo: - "Qué barbaridad, no hay derecho. Venid por casa, para que charlemos tranquilamente".

A veces pienso que este pueblo impasible no se merece el bosque encantado de Oma. Esos árboles pintados deberían talarse y expedirse a los cuatro confines del mundo, allí donde exista todavía una sociedad asentada sobre lazos de piedad y dignidad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_