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Chechenia vota hoy la Constitución con una fuerte división interna

Moscú confía en legitimar una solución política y los más radicales llaman al boicoteo

Pilar Bonet

Los habitantes de la arrasada República de Chechenia han sido convocados hoy a votar una Constitución -comparable a un estatuto de autonomía- con la que el Kremlin y las autoridades locales fieles a Moscú tratan de legitimar su plan de resolución política del conflicto y de aislar a los independentistas radicales, que pretenden boicotear el referéndum. Entre las 540.000 personas con derecho a voto hay 36.000 soldados rusos en la zona, además de miles de refugiados.

El presidente separatis ta de Chechenia, Aslán Masjádov, ha condenado el referéndum y ha advertido que éste no es representativo, porque se realiza en condiciones de guerra. Los observadores internacionales serán mucho más escasos que en los comicios de 1997, de los que surgieron las instituciones independentistas posteriormente desautorizadas por Moscú. Por razones de seguridad, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa se ha negado a enviar una delegación a Chechenia y la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa manda sólo un equipo de recogida de información.

Para cubrir el evento, los corresponsales internacionales con una acreditación especial han sido organizados en grupos por el Kremlin. Escolta armada, estancia mínima imprescindible y pernocta en cuarteles bajo protección militar forman parte del programa.

La inestabilidad es evidente. En las últimas semanas ha habido refriegas entre las tropas federales y los separatistas, sigue el goteo de muertos por ambas partes, dos helicópteros Mi-24 han desaparecido y los secuestros no se han interrumpido. Además, los radicales no han dejado lugar a dudas de sus intenciones, al hacer saltar por los aires muebles y cristales en varias escuelas que son colegios electorales.

Sin embargo, nada quebranta el deseo de Moscú de crear un marco jurídico para poner en pie unas instituciones locales a las que transferir la administración del conflictivo territorio, incluidas las competencias de orden público y la lucha contra el separatismo.

Sobre la base de una constitución que subordina a Chechenia a la Federación Rusa, Moscú espera poder celebrar elecciones parlamentarias y presidenciales en aquel territorio antes de fin de año. Para las elecciones presidenciales de Rusia en 2004, el Kremlin necesita desembarazarse de la sangría del Cáucaso o, al menos, rebajar su importancia a efectos de imagen. A Putin, que se hizo popular gracias al lanzamiento de la segunda guerra chechena en 1999, le vendría bien cambiar la etiqueta de la guerra y transformar la "operación antiterrorista" actual en una "operación pacificadora".

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Amnistía

En los últimos tiempos, el presidente se ha empleado a fondo en el esfuerzo de captar, aislar y reducir el núcleo duro de los independentistas. En el proceso político del Kremlin se ha integrado un grupo de diputados del parlamento independentista checheno, elegido en 1997. El vicepresidente del parlamento, Isa Temírov, y otros dos diputados aparecieron esta semana en Moscú en compañía de Serguéi Yastrzhembski, el asesor de Putin para Chechenia, y solicitaron al presidente una amnistía para los combatientes. En total, dijeron, apoyan la petición 32 diputados de los 47 que todavía quedan vivos en el organismo formado por 63 legisladores.

Los términos de la amnistía, que debería ser aprobada por la Duma Estatal, se dejan deliberadamente vagos. Según Yastrzhembski, no se verían beneficiados ni los organizadores del secuestro de rehenes en Moscú en octubre ni del atentado a la sede del gobierno de Grozni en diciembre, que se saldó con más de 70 muertos. Sin embargo, el empresario Malik Saiduláyev, que actuó de mediador entre los independentistas y el Kremlin, no excluyó que Masjádov o el líder guerillero Shamil Basáyev pudieran acogerse a ella.

Después de varios meses de protagonizar "contactos autorizados" por Putin, Yastrzhembski prefiere no repetir hoy las duras acusaciones contra los líderes independentistas que formuló tras la toma de rehenes en Moscú. Según el diario Izvestia, diputados del parlamento independentista, las autoridades prorrusas de Chechenia y representantes de Moscú se reunirán después del referéndum para elaborar documento que permita abandonar las armas y regresar a la vida civil con garantías de seguridad. Se trata de un embrión del proyecto de amnistía que, según el diario, puede poner fin a la resistencia de 700 hombres. Los representantes de Moscú suelen calcular la resistencia armada separatista en algo más de mil personas.

Las opiniones sobre los efectos del referéndum están divididas. Para algunos resulta tentador creer, como aseguran los portavoces del Kremlin, que el referéndum permitirá la cristalización de una autoridad civil que hará menguar el poder de las tropas federales. Los militares rusos, que mantienen una presencia de cerca de 80.000 personas en la república, son hoy una de las fuentes de violencia incontrolada.

Las organizaciones de derechos humanos se muestran críticas. "Es una ficción que puede repetirse en otras partes de Rusia", señala Oleg Orlov, dirigente de Memorial. "Los chechenos votarán en el referéndum porque entienden que los distritos donde haya menos votos de lo esperado se arriesgan a represalias", señala. "El miedo es tal que hasta es posible que las autoridades tengan que falsificar los datos a la baja", opinaba Orlov.

Un soldado sale de una tienda de campaña instalada para el referéndum en un campo de refugiados chechenos.
Un soldado sale de una tienda de campaña instalada para el referéndum en un campo de refugiados chechenos.EPA

2.800 desaparecidos en tres años

Desde el comienzo de la segunda guerra de Chechenia en 1999 han desaparecido cerca de 2.800 personas, según cálculos mínimos oficiales, lo que hace que la densidad per cápita del terror sea comparable a la de Stalin, afirma el dirigente de la organización Memorial, Oleg Orlov. En Chechenia viven menos de un millón de personas.

Tanto el número de desaparecidos como de asesinados ha aumentado durante los tres años de guerra, según Sheiajmed Abdurajmánov, de la Administración de Chechenia. En el 2000 hubo 278 asesinatos; en el 2001, 525, y en los nueve primeros meses del 2002 llegaron a 1.178. La violencia viene de varias fuentes, desde las tropas federales a los independentistas, pasando por los ajustes de cuentas y la delincuencia común.

Lo peor, según Abdurajmánov, son las arbitrariedades de los enmascarados de uniforme que viajan en carros blindados y de los que ninguna institución federal se responsabiliza. Pero la fiscalía militar ha realizado sólo 162 investigaciones contra miembros de las tropas federales, con un resultado de algo más de cincuenta condenas.

El Kremlin está metido ya en una lógica preelectoral. Y las promesas han sido abundantes en vísperas del referéndum: pagar compensación por las viviendas y la propiedad destruida, un tratado de delimitación de funciones que dé gran autonomía a Chechenia, la eliminación de los puestos de control, la retirada progresiva de las tropas y lluvia de dinero.

"Los órganos de poder que surgirán tras el referéndum pueden causarle a Rusia más quebraderos de cabeza que los separatistas, porque ponen las bases de un régimen casi feudal", opina Orlov, ante el fortalecimiento de las estructuras policiales. Moscú no está en disposición de plantear excesivas exigencias a quienes colaboran con las autoridades federales. La corrupción es parte del precio. Según la fiscalía, en el 2002 desaparecieron 700.000 toneladas de petróleo y 12 millones de euros.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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