El bazar de la destrucción masiva
Después de Irak, de quién será el turno? La proliferación de los arsenales químicos y nucleares ha hecho que el mundo sea incontrolable.
En comparación con las guerras del siglo XIX y, sobre todo, del XX, el conflicto entre Estados Unidos e Irak parece incongruente. Dos países tan distantes en lo geográfico y de importancia tan desigual en cuanto a la población, el producto interior bruto (PIB) o la capacidad tecnológica, a priori, no tienen ningún motivo para entrar en guerra.
¿Qué ha sucedido para que un gigante planetario afirme sentirse tan amenazado por un país de segundo orden? La explicación consiste en unas cuantas palabras: proliferación de armas de destrucción masiva. En el siglo XXI, un jefe mafioso, una secta milenarista o un dictador megalómano pueden tomar como rehenes a poblaciones enteras o amenazar la seguridad de países tan asentados como Estados Unidos, Japón o los miembros de la Unión Europea. Unas reservas de ántrax (carbunco), unas cuantas ojivas nucleares o un poco de gas mostaza: estas armas de pobre ofrecen de forma barata a quien las posee los medios de olvidarse del desarrollo económico que permitía tradicionalmente adquirir, poco a poco, los costosos instrumentos para convertirse en potencia.
China, Pakistán y Corea del Norte se han convertido en los más dinámicos responsables de la proliferación de armas en todo el planeta
¿Cómo es posible que el mundo se haya vuelto tan peligroso? Debido a un doble movimiento: primero, el de la comercialización generalizada de tecnologías desarrolladas en los países avanzados, tanto con fines civiles como militares; segundo, porque los tratados y las instituciones multilaterales de control de armamento han resultado impotentes a la hora de contener la proliferación.
La política de los grandes contratos públicos y privados permitió, entre los años sesenta y los ochenta, que tuvieran una enorme difusión en Oriente Próximo, Latinoamérica y Asia diversas tecnologías nucleares, químicas y biológicas que abrían la puerta a un uso militar. La rivalidad comercial entre los países industrializados era tan fuerte que en Francia, Alemania o Estados Unidos nadie se extrañó de ver que Irán e Irak, pese a su riqueza en petróleo, quisieran equiparse con centrales nucleares. China, la India y Pakistán acabaron por entrar en posesión de la tecnología occidental más moderna.
Mercado pos-URSS
El final de la guerra fría agudizó aún más el problema de la proliferación. Al mismo tiempo que la caída del muro de Berlín permitía reducir los arsenales en Occidente, países como la India, Pakistán, Corea del Norte, Irak, Libia o Israel, impulsados por el miedo al ver que su seguridad ya no iba a estar garantizada por el juego de equilibrios planetarios entre Moscú y Washington, desarrollaron sus propias armas. Contaron con la ayuda del caos reinante entre 1989 y 1992 en las repúblicas de la antigua Unión Soviética, que abrieron sus arsenales a los aspirantes a la proliferación. Todavía hoy, a pesar de los 6.000 millones de dólares invertidos por los estadounidenses para asegurar dichos arsenales, Rusia dispone, por ejemplo, de 40.000 toneladas de agentes químicos -es decir, dos tercios de las reservas mundiales-, científicos en paro dispuestos a vender sus conocimientos al mejor postor y contrabandistas deseosos de organizar cualquier tráfico de sustancias peligrosas a cambio de unos beneficios inmediatos.
Ahora bien, no hay que engañarse: en este turbio comercio también participan empresas occidentales. En el caso de las empresas de menor tamaño, actúan en una ilegalidad total, a través de sociedades pantalla o filiales exóticas para rehuir los controles; en el caso de las más grandes, se aprovechan de las lagunas legales para vender material "en última instancia". La firma Silicon Graphics está acusada de haber vendido a la Academia de Ciencias china, en 1997, una supercalculadora que inmediatamente se colocó al servicio de los expertos en balística.
Sin embargo, la adquisición de tecnologías tan complejas cuesta cara. China, Pakistán o Corea del Norte han descubierto enseguida lo que los países del norte sabían desde hace tiempo: el mercado del armamento puede resultar extraordinariamente lucrativo. Estos tres países se han convertido en los más dinámicos responsables de la proliferación en todo el planeta. Para empezar, entre ellos, con el fin de completar sus sistemas armamentísticos. Así, Pakistán y Corea del Norte se intercambian conocimientos en materia de armas nucleares y balística. Y después, como proveedores: China es, desde finales de los años ochenta, uno de los principales proveedores de misiles o tecnología nuclear a países como Pakistán, Irán, Libia o Arabia Saudí. No existen cifras sobre los beneficios generados, pero no hay duda de que son enormes. En el caso de Corea del Norte, incluso, se ha convertido en el único ingreso procedente del "comercio exterior".
Microactores
El sistema de tratados y reglamentos elaborado durante los años setenta y ochenta para contener la acción proliferadora de los grandes Estados y las grandes compañías ha resultado ineficaz ante la actuación de toda una serie de microactores: pequeños Estados, pequeñas empresas, incluso individuos. Mientras Europa se esfuerza por elaborar una respuesta creíble al declive de los tratados de no proliferación, Estados Unidos se permite escoger una estrategia de "contraproliferación", siguiendo el ejemplo de Israel, cuando destruyó el reactor nuclear iraquí de Osirak en mayo de 1981.
Además de los aspectos relacionados con el petróleo y la ideología, la segunda guerra del Golfo es también, para Estados Unidos, el primer acto de una nueva doctrina de mantenimiento de su potencia frente a los retos de la proliferación; la otra cara consiste en el despliegue de sistemas antimisiles. El futuro dirá muy pronto si el descubrimiento reciente de armas ocultas por el dictador de Bagdad confirma o no la validez de esta estrategia y, por tanto, la debilidad de los argumentos del "bando de la paz". Sobre todo si algunas de esas armas tienen, como decía el Herald Tribune del 14 de marzo, el sello de "made in France"...
El control de los arsenales nucleares
1. ¿Cuáles son las etapas de la lucha internacional contra la proliferación de las armas de destrucción masiva (ADM)?
1925: Convenio de prohibición de "empleo en guerra" de armas químicas y biológicas (aunque se sigue autorizando su fabricación).
Durante la guerra fría, Occidente crea el Comité de Coordinación para el Control Multilateral de las Exportaciones (Cocom), encargado de impedir la exportación de tecnologías militares o "duales" (de uso civil y militar) a los países del Pacto de Varsovia.
1968: el Tratado de no Proliferación (TNP) prohíbe a los Estados dueños de armas nucleares transferir sus materiales y conocimientos a los países no firmantes, y a los Estados que no posean armas nucleares les prohíbe adquirirlas. Ahora bien, el tratado reconoce la libertad de desarrollar la producción de energía nuclear con fines civiles. El organismo internacional de la energía atómica, creado en 1957 para promover el uso pacífico de la energía nuclear, se encarga de controlar y verificar la situación. El tratado estaba previsto para 25 años y se prorrogó de forma indefinida en 1995.
1972: Convenio para la prohibición de usar armas biológicas. Pero no se crea ningún instrumento de control.
1976: Creación del Grupo de Proveedores Nucleares (NSG, en inglés), que define las reglas de exportación para los países productores de tecnología nuclear civil.
1987: Creación, entre siete países desarrollados, del régimen de control de tecnologías relacionadas con los misiles.
1992: Los 27 países del NSG definen una lista de 60 tecnologías duales cuya exportación queda prohibida. A partir de ese año, Estados Unidos, mediante acuerdos bilaterales con los países surgidos de la antigua URSS (Programa de Cooperación para la Reducción de la Amenaza, CTR), financia el desmantelamiento y el control de los arsenales soviéticos. En junio de 2002, los países del G-8, en la cumbre de Kananaskis (Canadá), hacen multilateral el programa CTR.
1993: Convenio para la prohibición de fabricación, posesión, transporte, comercialización y empleo de armas químicas. El convenio dispone de un sistema de inspección en los países firmantes.
1996: Los "acuerdos de Wassenaar", entre países occidentales, establecen una lista de tecnologías duales (sobre todo, informáticas) cuya exportación a terceros países está controlada. Este acuerdo sustituye al Cocom, suprimido tras la caída del bloque soviético.
1999: Tratado de prohibición total de las pruebas nucleares. Estados Unidos y otros países no lo firman.
2. ¿Qué es un sistema de defensa antimisiles?
El programa estadounidense NMD (siglas inglesas de Defensa Nacional contra Misiles) tiene como objeto desarrollar y poner en marcha un sistema de armamento capaz de destruir en el aire cualquier cohete que lleve cabezas nucleares, biológicas o químicas (NBC). El sistema está formado por una red de radares de tierra y en el espacio, capaces de detectar el lanzamiento de misiles enemigos, y un sistema de armas (misiles o láser) pensadas para destruirlos desde el mar, la tierra o el espacio.
El objetivo es defender el territorio estadounidense contra cualquier agresión procedente del exterior. Después de una fase de pruebas, que se desarrolla en la actualidad, el primer despliegue del sistema NMD está previsto para el año 2004, con 30 satélites de alerta, 100 misiles antimisiles, entre 20 y 40 satélites asesinos y siete Boeing 747 equipados de láser y capaces de disparar 20 misiles, 20 ojivas y 100 señuelos, es decir, el equivalente al arsenal con el que puede contar un Estado "irresponsable".
Otros países, como Taiwan, Israel, Alemania e Italia, tienen la intención de aprovechar los avances de esta tecnología para territorios más reducidos, mientras que Francia pretende desarrollar un programa similar con la dimensión de un teatro de operaciones de aquí a 2020.
3. ¿Cuál es la postura de EE UU sobre el uso del arma nuclear?
Un documento hecho público a principios de marzo, Nuclear Posture Review, revisa la doctrina militar estadounidense y preconiza el desarrollo y la posible utilización de nuevas armas nucleares, unas minibombas atómicas, miniaturizadas y blindadas, capaces de estallar a gran profundidad en búnqueres o fábricas subterráneas en las que se produzcan y almacenen armas de destrucción masiva. Nuclear Posture Review enumera los países a los que podría afectar este cambio estratégico: Irak, Irán, Corea del Norte, Siria, Libia y China, en caso de agresión contra Taiwan.
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