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Entrevista:ENRIQUE LODARES | Modisto

"La Pasarela del Carmen no tiene sentido"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Se considera un diseñador o un modisto?

Respuesta. Me considero un diseñador que ha acabado siendo un modisto. Empecé sin saber cortar ni coser, y aunque he aprendido mucho con los años sigo sin saber coser ni cortar.

P. ¿Qué le impulsó a saltar desde el diseño gráfico a la moda?

R. Quizás la fantasía. He dibujado toda mi vida trajes de mujer, y a lo mejor el mero hecho de dibujar me ha llevado hasta aquí. En aquellos momentos no pensaba que yo lo podía crear, pero después la realidad ha sido muy distinta.

P. ¿Qué le obligó a tener que hacerlo usted?

R. Hubo una oportunidad en una empresa que se quedó sin diseñador, y me presenté. Pasé la prueba y en 15 días me vi dirigiendo un taller sin tener la más remota idea.

P. ¿Hay alguna explicación por la que sólo dibuje ropa para mujer?

R. A lo mejor es porque piense que el hombre es como más anodino con lo que lleva, aunque ha cambiado mucho. Hay clientes que me han sugerido que diseñase ropa para hombres, pero ya estoy muy metido en el engranaje del mundo de la mujer y el del hombre me parece muy difícil y terrible.

P. ¿Por qué presenta sus colecciones en teatros y en puentes?

R. Siempre me ha parecido que la moda es espectáculo. Y Valencia tiene sitios donde se puede crear ese espectáculo.

P. No es que rehuya los escenarios habituales.

R. En absoluto. Lo que ocurre es que escenarios habituales no hay, te los tienes que montar.

P. Algunas de sus realizaciones han sido motivo de exposiciones. ¿La moda es arte?

R. El arte es una palabra muy seria. La moda no es arte sino artesanía. Y si está bien hecha puede llegar a ser tan bonita como una obra de arte, pero no es arte.

P. Usted ha sido impulsor de la enseñanza de la moda en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia. ¿Sin docencia la moda no sirve de nada?

R. Sí que sirve. De hecho hay grandes modistos y diseñadores que no han tenido ningún tipo de docencia. Pero está claro que por mucho que enseñes, si la persona que tienes enfrente no tiene esa capacidad creativa nunca llegará a nada que no sea dedicarse al mundo de la confección.

P. Usted ha estudiado bastante la indumentaria valenciana...

R. Sí, pero ha dejado de interesarme en el momento en que se ha convertido en un mercado. Empezó a hacerme gracia cuando había una serie de normas en Valencia que prohibían a las mujeres vestirse de otra cosa que no fueran falleras. Estaban obviando la historia, las costumbres y la tradición. Y ahí me metí. Tenemos un traje regional con unas connotaciones muy interesantes, pero ahora da igual cómo vayas.

P. ¿Lo que usted hace se fundamenta en esa evolución?

R. Tiene otro recorrido, aunque puedo ir a ello en un momento si quiero. Me rodeo de libros de arte, de la historia de la indumentaria y de viajes. Y voy sacando cosas. Estamos en una especie de ciclos de los que no hay modo de salir. Nos hace falta una revolución. Quizás sea una revolución textil que nos empuje a hacer cosas distintas.

P. ¿Entre Cibeles y Gaudí, ¿hay sitio para la Pasarela del Carmen?

R. Para mí la Pasarela del Carmen no tiene sentido. Aquí no tenemos una industria detrás para crear una pasarela. Aquí lo que hay es mucha creatividad que necesita aflorar, pero no en pasarelas que tienen que meter la cuña entre Gaudí y Cibeles.

EN DOS TRAZOS

Enrique Lodares (Valencia, 1950) no diseña la ropa que lleva y su principal enseñanza en el mundo de la moda fue el cine de los años cuarenta y cincuenta. Fue el primero que se ocupó en Valencia de elevar la moda a la categoría de docencia, y la mayoría de diseñadores se han nutrido con su trabajo en la Escuela de Artes y Oficios. No considera negativo ser barroco ni el gusto por los colores porque la luz del Mediterráneo lo propicia. Ve a la moda atrapada en un eterno retorno que sólo ha avanzado en que la mujer vaya denuda debajo de un traje.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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