No me tocó
No hubo suerte, yo fui uno de los miles de jóvenes a los que no le tocó un piso de la promoción de 1.054 viviendas de alquiler para jóvenes que el Ayuntamiento de Barcelona sorteó el pasado domingo en un teatro de la ciudad.
Los responsables convirtieron en un espectáculo lo que para muchos de nosotros es un drama: la imposibilidad de acceso a una vivienda asequible.
A pesar de que existían estrictos requisitos de admisión y posteriormente tenías la obligación de presentar un fortísimo aval bancario y pagar sin falta el alquiler de unos pisos que en ningún caso sobrepasan los 44 metros cuadrados, sólo disponen de una habitación y están la inmensa mayoría alejados del centro, a pesar de todo ello, a los que sí tuvieron suerte pareció que les había tocado la lotería.
Curiosa, nuestra sociedad actual.
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