La guarida íntima
Los cuentos de Alice Munro, en general, funcionan como novelas. Novelas comprimidas, sin personajes secundarios, sin largos periodos de transición, sin lo que Manganelli llamó "metros cúbicos de aire". Pueden abarcar treinta años de una vida, pero apenas se detienen en dos o tres sucesos, en las experiencias que los marcan y determinan como personajes. Sucesos que no producen un giro inmediato, sino un efecto imprevisible, con consecuencias que pueden persistir incluso en la vejez. De ahí la necesidad de Munro de prolongar el tiempo en sus cuentos, en un registro semejante al tempo de la novela. De esto modo ofrece un retrato muy completo de sus personajes. Pero no por ello sabemos más de sus vidas; el retrato es siempre difuso y gris. Sus personajes, normalmente mujeres, se desvanecen en sus existencias familiares, al lado de sus maridos, manteniendo, eso sí, "en el presente o en el recuerdo, una guarida íntima, con su arrebato y su confusión".
ODIO, AMISTAD, NOVIAZGO, AMOR, MATRIMONIO
Alice Munro
Traducción de Marcelo Cohen
RBA. Barcelona, 2003
257 páginas. 18 euros
Esa guarida íntima, precisamente, es el lugar que iluminan los cuentos de Alice Munro (Wingham, Canadá, 1931), recogidos en títulos como El amor de una mujer generosa (Siglo XXI), Secretos abiertos, El progreso del amor (ambos en Debate), Amistad de juventud o Las lunas de Júpiter (ambos en Versal). A diferencia de sus antecesoras románticas, para quienes la adversidad o la desgracia amorosa podía ser un motivo de anulación, o llevarlas a un impulso suicida, las mujeres de Munro han aprendido a sobrellevar la quiebra entre su deseo y la realidad. Son inteligentes y pragmáticas, y poseen una enorme capacidad para fortalecerse, sin hacer derivar esa fortaleza en resignación. Les preocupa el fracaso amoroso, o el error matrimonial, pero sobre todo tienen miedo de no existir. Y esto las hace especialmente sagaces en sus decisiones, que toman con un estímulo más fuerte que cualquier reprobación social. Johanna, un ama de llaves grotesca y ridícula, protagonista del cuento que da título al volumen, es objeto de una burla -que ella nunca conocerá- a través de falsas cartas amorosas, escritas por dos adolescentes ingeniosas, y abandona su trabajo para casarse con el hombre que no le ha escrito nunca; todo está trazado para que sufra una cruel humillación; sin embargo, se convierte en una mujer felizmente casada, cuyo regreso al pueblo ensombrece el futuro de las adolescentes.
Resumir un cuento de Munro desnutre sus argumentos y puede sonar a melodrama trivial. Lo cierto es que son muy complejos, no por la dificultad de la lectura, sino porque están armados mediante saltos, desbaratando la cronología, anticipando consecuencias sin dar a conocer antes las causas, de manera que los móviles morales de los personajes son claros para ellos, pero oscuros para el lector, que hasta el final no comprenderá bien su ansiedad o su temor. Es más; incluso cuando el cuento es transparente, hay siempre una bruma engañosa que lo vuelve insondable, como si la autora quisiera advertirnos sobre la falsedad de simplificar una vida. Ninguno de sus personajes es simple, aunque lleven una existencia doméstica, y en algún caso prácticamente hogareña.
De los nueve cuentos que com-
ponen el libro, excepto el último, Ver las orejas al lobo, todos están protagonizados por mujeres; el universo narrativo es netamente femenino, pero los temas de Munro propenden a complicarlo, a enriquecerlo, sin dar nada por supuesto. En Puente flotante se produce una inversión de la amenaza en una pareja, él, dieciséis años mayor que ella. La mujer se sabe preparada para cuidar al hombre en una enfermedad mortal; sin embargo, ella padece cáncer, y él ni siquiera intuye su padecimiento, lo que provoca en la mujer un vértigo emocional, pero también la "excitación inefable que sobrevenía cuando un desastre inminente prometía librarla a una de toda responsabilidad sobre su vida". La responsabilidad afectiva, la lealtad a los seres queridos, adquieren en estos cuentos formas muy diversas. En Lo que se recuerda, una relación adúltera afianza un matrimonio; la mujer guarda esa experiencia "como un tesoro", lo que supone "experimentarlo mentalmente una vez más"; sin embargo, cuando su amante ocasional muere, éste se transforma en su mente: "Ahora lo percibía como una perplejidad cotidiana, como si fuese un marido". La vida interior, secreta, imaginaria, con su sistema de creencias abstractas, tiene una relevancia primordial -en cierto modo, ésta es la verdadera vida de estos personajes-, y es la frontera que separa "la cortesía formal de la intimidad devoradora", que se mantiene en equilibrio gracias al matrimonio, "el contenido real de sus vidas", como se dice en Consuelo, un cuento acerca del suicidio y sobre el estado de conservación de los cuerpos. Alice Munro revela siempre zonas insospechadas en la corriente cotidiana, y hace emerger, en la superficie de las convenciones sociales, la aflicción oculta, pero sin cargar nunca las tintas, sin estridencias, con una sabiduría y comprensión de la naturaleza humana que resulta ciertamente pasmosa. Son cuentos para leer y releer. Cada nueva lectura proporciona nuevos interrogantes.
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