De guerras y religiones

El presidente de los EE UU, George W. Bush, ha dado a sus soldados la orden de atacar a Irak y lo ha comunicado al mundo. Sus últimas palabras han sido: "Que Dios bendiga a nuestro país". Horas después, Sadam Husein, al iniciar su discurso a los iraquíes ya bombardeados, decía: "Venceremos con ayuda de Dios" y, a lo largo de su alocución, proclamaba nueve veces "Alá akbar" (Dios es grande).

A la vista de lo que tratan de esconder tales referencias divinas, y dado que en nuestro país ya tuvimos nuestra indigesta ración de cruzada, supongo que los responsables del Ministerio de Educación estarán muy contentos de ver cómo su propósito de que todos los alumnos estudien el hecho religioso resultará sin duda muy formativo y acorde con los tiempos en que vivimos algunos mientras otros mueren. Bien es verdad que, ahora que acaban de hacer públicas las líneas maestras de lo que pretenden sea esa materia, quizá deban reconsiderar la orientación que le han dado. Sugiero que, al menos, comiencen el programa de cada curso con un tema cuyo título podría ser: "Del abuso de la mentira y del daño de algunas palabras".