El ataque no espera a los soldados españoles
El primer ministro portugués, José Manuel Durão Barroso, anfitrión de la cumbre de Lajes (Azores), declaró ayer al diario Público: "Nosotros no participaremos en una operación militar que no cuenta con el mandato de Naciones Unidas". Durão Barroso se sumó así a la posición expresada el pasado viernes por el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, otro de los aliados de EE UU en esta crisis. "No habrá participación de militares italianos en una evantual acción de desarme forzoso" de Irak, afirmó.
En cambio, José María Aznar no se salió ayer del guión repetido en los últimos días. "España no tiene compromisos militares" con EE UU para participar en el ataque a Irak, repitió ante la dirección del PP. No aclaró, sin embargo, al contrario que sus homólogos italiano y portugués, si tiene o no voluntad de participar ni si acabará haciéndolo.
En realidad, según las fuentes consultadas, la posibilidad de que tropas españolas estén presentes, aunque sea en la retaguardia, cuando se rompan las hostilidades, quizá esta misma semana, es cada vez más remota. El portaaviones Príncipe de Asturias, que la Armada lleva preparando desde hace semanas por si Aznar decidiera enviarlo al teatro de operaciones, tardaría casi dos semanas en llegar al golfo Pérsico y no menos de una en posicionarse en el Mediterráneo oriental.
Sin tiempo para llegar
Más rápido podría ser el despliegue de los seis cazas F-18 ofrecidos para la defensa de Turquía, que se encuentran en alerta con sus tripulaciones, pero aún no se han despejado las dudas sobre la base donde deberían destacarse.
Las tropas de Tierra (como una compañía de operaciones especiales), podrían llegar a tiempo, siempre que un avión de EE UU las llevase a Irak. Pero sería una forma heterodoxa de participar en la liberación de Bagdad y de sumar la bandera española a la coalición liberada por EE UU. Además, los soldados deberían vacunarse y no estarían inmunizados hasta pasadas varias semanas. No sólo EE UU, con más de 200.000 soldados, sino también el Reino Unido (40.000) y Australia (2.000), tienen desplegadas ya sus tropas en la zona, sometidas a tratamiento médico preventivo y en pleno proceso de adiestramiento y aclimatación.
Por todo ello, los militares españoles han asumido que la guerra empezará sin ellos. Pero también dan por sentado que la crisis, sobre todo la posguerra, será larga y complicada y en algún momento deberán incorporarse.
El pasado 5 de marzo, Aznar aseguró en el Congreso que "las Fuerzas Arnadas tomarán parte, una vez más, en las acciones de ayuda que se emprendan". Aunque el presidente del Gobierno no concretó, el Ejército ya está preparando el posible envío de un hospital de campaña y de unidades de ingenieros especializadas en el levantamiento de campamentos para refugiados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Operación Libertad Iraquí
- Ejército español
- José María Aznar
- Política defensa
- Presidencia Gobierno
- Política exterior
- Misiones internacionales
- Guerra Golfo
- Estados Unidos
- Tratados internacionales
- Fuerzas armadas
- Acción militar
- Guerra
- Relaciones internacionales
- Relaciones exteriores
- España
- Administración Estado
- Conflictos
- Administración pública
- Defensa