DE TIEMPOS PERDIDOS.
La lechera de la foto, con el cacillo de medir en la mano y junto a su carro donde traslada el género, parece sacada de una postal de antaño. Sin embargo, la vendedora de leche desafía al paso del tiempo y, en la época del tetra-brick, ofrece a las gentes de Ortuella su producto sin aditivos.
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