'Efecto Pocholo'
Sale Fernando Arrabal en El show de Flo. Disfrazado de entrevistador zoquete, Florentino intenta hacerle repetir una frase del famoso debate de El mundo por montera (1989), moderado por Sánchez Dragó, en el que un Arrabal pasado de copas acababa por los suelos delirando acerca del milenarismo.
Archivos
En El show de Flo llega un momento en el que ya no sabes qué imágenes son de archivo y cuáles en directo. Arrabal hablando de Arrabal, ¿era una imagen actual o de archivo? La percepción que tendrán de él en el futuro no será la de un universal dramaturgo vanguardista, ni la de un novelista, ni la de un ajedrecista. Para la historia, Arrabal será siempre el tipo que pilló una turca de campeonato en televisión y al que persiguen para ver si, con un poco de suerte y mucho vino, vuelve a las andadas.
Verbigracia
Otro al que cuesta entender es Pocholo, huésped de Hotel Glamour. Gracias a su carisma, ya tiene imitadores que retratan su isotónico carácter. Carlos Latre lo borda: casi no necesita exagerar para ser idéntico al original. Puede que algunas personas se pregunten si están mal del oído al comprobar que resulta imposible entender qué está diciendo Pocholo. Tranquilos: la televisión también consiste en dejarse hipnotizar por una sucesión de imágenes y palabras incomprensibles. Hotel Glamour, mientras tanto, va matizando su mutante formato. Pero para formatos extraños, el que propone Luis Verdú en su novela El prisionero de las 21.30: un programa titulado Agonías en el que se retransmita la agonía de un enfermo terminal. Verdú lo describe así: "Las cámaras le filmarían durante veinticuatro horas, y mientras aún tuviera uso de razón, el hombre accedería, mediante una sencilla conexión en directo, a dejarse entrevistar por el público".
Eva al desnudo 2
Sonia, ex de Gran Hermano 4, estuvo en Crónicas marcianas. En su colaboración habitual en A tu lado no suele desplegar todo su potencial. Allí está, manteniendo la polémica de si hubo o no onanismo de edredón meses después de que haya terminado el concurso. Kiko, de GH-3, la defiende a capa y espada, y ella se lo agradece con mohínes cariñosos. Como espectador me da la impresión de que el personaje interpretado por Sonia utiliza al personaje de Kiko, y que tarde o temprano, la enemistad visceral sustituirá a la amistad. Aunque los actores lo ignoren, la obra tiene una moraleja que va más allá de la realidad catódica: hay personas que utilizan a los demás y que están dispuestas a todo para mantener sus intereses. Si no lo consiguen con el halago, recurren a la cizaña, a hacerse los indignados o las víctimas para justificar sus cambios de chaqueta, su egolatría, su falta de madurez o de escrúpulos, y no dudan en manipular a cuantos, en mala hora, se partieron la cara por ellos.
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