Envejecer con arte
Envejecer también cuenta, a favor. Mariana Pineda, cuando ya ha superado de largo el centenar de representaciones, está más afinada, se desarrolla con mucha mayor fluidez. Es lógico, es lo que en teatro se llama rodaje de la obra, proceso en el que se van limando asperezas, afinando matices, conociendo desde dentro lo que funciona y lo que no funciona.
He vuelto a ver la obra, echando el telón final al VII Festival de Jerez -que sigue montado en el éxito en sus múltiples actividades, llenando prácticamente todas las sesiones del Villamarta-, y he detectado una mejoría sustancial en el acabado del espectáculo. Incluso la música de Manolo Sanlúcar tiene una entidad más flamenca y mejor integrada en la obra, con pasajes bellísimos.
Mariana Pineda
Sara Baras, con José Serrano, Luis Ortega, Miguel Cañas y cuerpo de baile. Música: Manolo Sanlúcar. Dirección: Lluís Pasqual. Teatro Villamarta. Jerez de la Frontera, 11 de marzo.
El desarrollo narrativo de esta Mariana Pineda sigue pareciéndome de dudoso acierto. El escenario se parte en dos en paralelo a las filas de butacas del patio de la sala, alzándose una especie de celosía que puede rememorar tanto la ornamentación de la Alhambra granadina como el enrejado de una cárcel. Y al otro lado ocurren cosas que se ven con dificultad y de las que, además, nos distrae lo que vemos en primer término.
Sara Baras pone su mejor voluntad en un personaje que evidentemente es un bombón para ella. Creo que sigue limitando los recursos en un baile que exigía más. Todo se queda en vueltas sobre sí misma, con amplios vuelos de faldas, y un juego de zapateados y repiqueteos de punteras abusivo.
Babelia
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