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Reportaje:Aulas

Domadoras de monstruos nocturnos

Dos psicólogas de la Universidad de Granada inician un programa para tratar las pesadillas

Javier Arroyo

A veces, el culpable del despertar no es el despertador sino los monstruos, las serpientes asesinas o los precipicios. El sueño acaba bruscamente y un oscuro sentimiento se apodera de nosotros. Cuesta unos segundos descifrar donde estamos. Hemos vivido una pesadilla. Si esto ocurre de cuando en cuando no hay que preocuparse. Si se hace demasiado frecuente, la ansiedad y las fobias pueden comenzar a perturbar la vida de quien duerme atormentado por seres imaginarios nunca buenos. Hasta ahora, las pesadillas y los sueños angustiosos recurrentes se han tratado con remedios farmacológicos de dudoso éxito. Elena Miró y Pilar Martínez

, dos psicólogas de la Universidad de Granada, han puesto en marcha un proceso por el que los pacientes pueden llegar a dominar su pensamiento y conseguir dejar atrás las pesadillas.

El tratamiento gira alrededor de la terapia denominada de ensayo o entrenamiento de la imaginación. Con este método, el paciente adquirirá mediante el oportuno aprendizaje la capacidad de controlar su imaginación y sustitutir conscientemente los pensamientos desagradables por otros placenteros. Este dominio sobre la propia imaginación se transfiere de forma automática al sueño de modo que las imágenes terroríficas de las pesadillas quedan bloqueadas por otras más agradables.

El método para modificar las imágenes durante la vigilia requiere el dominio de ciertas técnicas bien conocidas en el mundo de la psicología: la parada de pensamiento (capacidad para detener en seco pensamientos negativos) y la respiración abdominal principalmente.

En cualquier caso, esta parte práctica de autocontrol es la segunda de las tres fases en las que se basa esta terapia. Antes tiene lugar una fase "educativa", explica Martínez, en la que los pacientes (es una terapia principalmente grupal) se reúnen con las psicólogas para comentar sus sueños, sus pesadillas, etcétera. En ese momento, el terapeuta ofrece una breve información teórica sobre el sueño para que el sufridor de las pesadillas tenga un pequeño asidero teórico sobre su problema.

En la última fase, el paciente ha de enfrentarse con su fantasma nocturno: elegirá una pesadilla y, gracias a lo aprendido, deberá modificarla hasta convertirla en una visión agradable. Lo imaginará, lo contará y lo escribirá. A partir de ahí, la ansiedad de la llegada de la noche tocará a su fin y los monstruos dejarán de visitar el dormitorio.

A primera vista, manipular las imágenes que sobrevuelan el cerebro parece complicado. "Con el entrenamiento oportuno, se consigue sin mayor dificultad", dice Elena Miró. Y añade: "Los resultados son buenos en la mayoría de los pacientes y el tratamiento completo no pasa de los dos meses". Pueden llegar a tener un éxito cercano al 70%. La terapia se aplicó en Estados Unidos con víctimas de violaciones y a personas traumatizadas tras los atentados del 11 de septiembre.

Según Miró, el perfil medio de quienes sufren las pesadillas son las mujeres de entre 25 a 45 años. A partir de los 45 en adelante, por lo general, las pesadillas desaparecen. Por otro lado, la infancia es un periodo especialmente proclive a las pesadillas. Martínez explica que entre tres y cinco años es, de hecho, un fenómeno común asociado a la fase de crecimiento de la persona.

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