La diferencia
El jueves pasado, Tony Blair se enfrentó, ante las cámaras de la cadena de televisión MTV, a 40 jóvenes que le acosaron a preguntas sobre el conflicto con Irak.
Parece que el primer ministro británico salió bien parado, por lo menos intentó explicarle a la gente las razones de su posición, mostró voluntad para responder a la opinión pública, mayoritariamente contraria a una futura guerra.
Aunque puedan llegar a pensar de forma parecida, Aznar debate en el Parlamento con un estilo y unas formas que distan mucho de su homólogo británico. Tilda de cómplice de Sadam Husein al líder de la oposición y prácticamente considera que la actitud de todos, absolutamente todos los grupos de la oposición, está trasnochada y es irresponsable.
En definitiva, que si tuvieran la responsabilidad de gobernar no se les ocurriría pensar de forma diferente a la que lo hace él.
El primer ministro británico, Tony Blair, intenta convencer a sus oponentes. El presidente del Gobierno español, Aznar, los desprecia, aunque se quede solo. Como simple observador, la percepción que uno tiene es que Tony Blair está convencido de lo que dice y está dispuesto a defenderlo ante quien sea. Aznar se lo ha aprendido, le han dicho lo que tiene que decir y sólo lo defenderá si no le queda más remedio.
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