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Crónica:FÚTBOL | La 25ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

De Pedro recupera la magia

La Real también hurga en las flaquezas defensivas del Alavés, que sólo maquilló el resultado

Lo del Alavés no es una gripe, sino una pulmonía de ésas que no se curan con manta, calorcito y ponche. Lo del Alavés es una escabechina que clama al cielo. Es el rival deseado por cualquier equipo en estos momentos para salir de problemas o dudas y ver el sol sin miedo a cegarse. La Real tenía varios retos y a todos respondió el Alavés con un criterio de solidaridad espeluznante. Necesitaba ganar la Real para seguir la estela del Madrid y a la media hora tenía el partido resuelto; necesitaba ganar para recomponer una segunda vuelta un tanto depresiva (4 puntos de 15), maleada desde que perdió la invencibilidad en San Mamés, y ganó por la ley de la calidad individual, por ese influjo que produce la pierna izquierda de De Pedro. Y necesitaba golear para no ser menos que los grandes, que habían hecho trizas al Alavés, un equipo depresivo y con tendencia al suicidio futbolístico.

REAL SOCIEDAD 3 - ALAVÉS 1

Real Sociedad: Westerveld; Kvarme, Jauregi, Schurrer, Aranzabal; Karpin, X. Alonso, Aranburu, De Pedro (Boris, m. 75); Nihat (M. Alonso, m. 84) y Kovacevic (De Paula, m. 89).

Alavés: Juan Pablo; Geli, Karmona, Téllez, Ochoa, Llorens; Tomic, Turiel, Magno (R. Navarro, m. 76); Ibon Begoña; e Iván Alonso.

Goles: 1-0. M. 16. Xabi Alonso roba el balón a Magno y pasa en largo a Nihat, que supera a Llorens y Téllez y centra hacia atrás para que Kovacevic se anticipe a Karmona y marque.

2-0. M. 38. Kovacevic abre a la banda a De Pedro, que, sobre la marcha, mete un centro de rosca al punto de penalti que Nihat empuja a la red.

3-0. M. 43. Nuevo centro de De Pedro y Karpin, en desventaja, gana la acción a Llorens, que se duerme.

3-1. M. 83. Penalti de Jauregi a Karmona que transforma Rubén Navarro.

Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Téllez, Geli, Magno, Jauregi, Ochoa y Schurrer.

Unos 25.000 espectadores en Anoeta.

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Las alineaciones demostraban el distinto estado de ánimo de ambos equipos. Denoueix podía, al fin, volver a su equipo tipo, con la única excepción del sancionado Rekarte, sustituido por Kvarme. Es decir, volvía a contar con la dirección de Xabi Alonso, con la sociedad goleadora Kovacevic-Nihat, pero sobre todo con la magia de De Pedro, uno de esos futbolistas que, por su técnica sublime, no necesita regatear para centrar con precisión. Sus compañeros saben de su habilidad y, en cuanto echa atrás la zurda, saben que medio gol está conseguido. Lo sabían todos menos el Alavés.

Curiosamente, Mané, como era lógico, guareció a su equipo con tres centrales, ejerciendo Téllez de defensa libre. Karmona se encargaba de Kovacevic y Ochoa de Nihat. El encargo no se cumplió. Karmona no podía con el panzer, Ochoa se perdió en mil batallas como defensa flotante para conseguir no estar jamás donde debía y, para colmo, Llorens, un futbolista que necesita unas cuantas lecciones de táctica, se olvidó de que en su banda había un tal Karpin.

Los tres goles fueron iguales: centros desde el costado a los que siempre llegaron los delanteros realistas por listeza y voluntad. Especialmente crudo fue el tercero: Karpin estaba de oyente, pero Llorens le cedió el paso gustosamente para que marcara sin esperarlo.

La Real redujo el partido al fútbol más sencillo de la historia: llegar como fuera a su última línea y... ¡qué inventen éllos! Como quiera que el Alavés no atacó, salvo en los diez primeros minutos, cuando Iván Alonso superó a su marcador, Schurrer, la Real vivió tranquila, jugando con más velocidad física y mental que su oponente y con más tranquilidad de la acostumbrada últimamente. Fútbol fácil, rápido, pensado para llegar a Kovacevic, por contundencia, o a Nihat, por velocidad. Todo muy bello, pero basado en un futbolista crucial para el equipo donostiarra. De Karpin se alaba su experiencia; de Kovacevic, su remate; de Nihat, su velocidad; de Xabi Alonso, su critero. Pero resulta que De Pedro, menos velocidad, tiene dosis suficientes de todos ellos, lo que le convierte en el desatascador ideal para su equipo cuando el futbol se embrolla. En dos chispazos resolvió el partido. Mejor dicho, lo fulminó.

Con el deber cumplido sobradamente, la Real se sentó en el sillón y le cedió al Alavés la oportunidad de recomponer su figura, de recobrar el orgullo. En esa faceta, el Alavés superó la prueba. En todas sus últimas goleadas, el Alavés ha querido marcar. Lejos de guarecerse del chaparrón buscó el maquillaje para que al menos no se dudase de su actitud. Ayer también. La segunda mitad fue suya, llena de impotencia, pero suya, acumulando acciones individuales de Magno (lo más parecido al antiguo Alavés) y mamporros en el uruguayo Iván Alonso (se los llevó todos).

Su actitud y el relajamiento de la Real le permitieron también maquillar el resultado. Hasta el árbitro se dio un gustazo y pitó un penalti, por empujón, en un saque de córner, el primero que se pita en la temporada de los seiscientos, mas o menos, que se habrán producido. Le tocó al Alavés o a la Real, según se mire. Claro que el penalti no iba a ninguna parte.

De Pedro supera a un jugador del Alavés.
De Pedro supera a un jugador del Alavés.JAVIER HERNÁNDEZ

Los caídos de Mané y la lentilla de Darko

Mané no encuentra a su Alavés en toda la temporada. Rotaciones constantes, cambios de sistema, jugadores que pasan de la titularidad a la grada y viceversa. Idas y venidas para un grupo que no encuentra el norte ni sus señas de identidad. Ayer les tocó pagar los platos rotos (11 goles en contra en dos partidos) al portero Dutruel, el defensa central Abelardo y el media punta Jordi Cruyff. Había más candidatos al banquillo o a la grada, pero no se puede negar que Mané acertó. Tampoco tenía mucho mérito: cualquier cambio habría sido razonable. El banquillo del Alavés parecía el valle de los caídos.

El Alavés se ha distinguido casi siempre por el acierto en los fichajes a bajo precio. Contra, Javi Moreno, Tomic (cedido por el Roma), Jordi Cruyff y compañía dieron lustre al equipo y prestigio al cuerpo técnico. Pero, antes de acertar, el Alavés también tuco un mal año, con fichajes sorprendentes que hubo que recomponer con urgencia en el mercado invernal. Es el riesgo de cuando la inteligencia o la intuición tienen que ser neceariamente el antídoto contra la realidad de las penurias económicas.

La Real Sociedad sabe algo de eso. Durante varias temporadas pasó por ser el equipo que mejor fichaba en el extranjero hasta que patinó con una pléyade de jugadores mediocres, y caros, que le llevaron al abismo.

El Alavés lo está pagando como lo pagó la Real. Necesita autocrítica y ayer dio el primer paso. Entre unos que se acaban y otros que no acaban de despuntar, se hunde poco a poco.

La Real salió del túnel de los fichajes y ha encontrado su pareja letal. Kovacevic y Nihat volvían a coincidir ayer después de varios partidos y su primera conexión fue gol. A cambio, Darko, el delantero yugoslavo, perdió una lentilla en la celebración. Nihat se le tiró encima con tanta euforia que arrastró la lentilla del jugador fuera del ojo. Todo un problema para un delantero centro, obligado por contrato a ver puerta.

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