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Reportaje:

Entre el pesimismo y la esperanza

Saramago reflexiona sobre la democracia en la clausura del congreso de Deusto sobre el humanismo

Los dos elementos que caracterizan a las humanidades, el enriquecimiento del espíritu y su falta de aplicación práctica inmediata, han condenado a unos saberes antes indispensables a un segundo, o incluso tercer, plano en una sociedad donde mandan las prisas, un utilitarismo extremo y el beneficio material. Pensadores, expertos y estudiantes que no están de acuerdo con este destierro han hablado, reflexionado y analizado su presente y futuro en el congreso internacional Humanismo para el siglo XXI que ha acogido a lo largo de esta semana la Universidad de Deusto.

Los profesores y alumnos de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación se han volcado -de hecho, las clases se han suspendido para facilitar la presencia de los estudiantes- en la organización de cuatro maratonianas jornadas, desde las nueve de la mañana y hasta las diez de la noche, repletas de debates, mesas redondas, ponencias, coloquios y conferencias. La última de ellas, con la que se clausuró el congreso, tuvo ayer un protagonista de excepción: José Saramago. El Nobel de Literatura portugués subrayó ante gran parte de los 1.200 inscritos que es imposible hablar de humanismo en este siglo si no se cumplen dos condiciones: la "reinvención" de la democracia y el cumplimiento de los derechos humanos.

El escritor criticó con amargura que el actual sistema democrático no es tal, sino una plutocracia (el gobierno de los más ricos) en manos de los poderes económicos y reclamó con ahínco un debate mundial sobre el concepto que define actualmente al gobierno del pueblo. "Si no lo hacemos, iremos de engaño en engaño", advirtió. Opinó luego que la Humanidad no ha sabido desarrollar los valores de la civilización que surgió con la Ilustración y que, según sus palabras, está llegando ahora a su fin sin que aparezcan nuevas propuestas. "Vivimos en un desierto de ideas", lamentó.

Este diagnóstico pesimista y escéptico de Saramago no ha sido el único que se ha podido escuchar estos días en Deusto. También han tenido voz quienes, pese a conocer de primera mano el horror que puede producir el hombre, han demostrado con su ejemplo el poder del espíritu humano. Uno de los testimonios que más ha impresionado a los asistentes ha sido el de Jaime Vandor, doctor en Literatura Comparada y licenciado en Filosofía y Letras de origen austríaco quien sufrió en su infancia la persecución contra los judíos y la Segunda Guerra Mundial.

Este contraste entre visiones esperanzadoras y opiniones pesimistas de la condición humana se ha reflejado en el ambicioso programa del congreso, que ha abarcado la reflexión sobre el humanismo y su plasmación en la realidad desde múltiples puntos de vista, que han ido de la ciencia al ocio pasando por la empresa y la filosofía.

Este intercambio de ideas ha suscitado nuevos interrogantes y ha generado algunas respuestas, pero sobre todo ha mostrado, para satisfacción de sus organizadores, el interés y la implicación de los jóvenes en una faceta del conocimiento que siempre hay que tener en cuenta.

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