El niño bonito de Florentino
Los problemas físicos de Pavón, Hierro y Helguera ponen a Rubén, otro producto de la cantera, a un paso de la titularidad ante el Racing
Justo en el momento en que el Real Madrid levantaba vuelo se hundieron sus fundamentos. La última línea, la defensa, sufre una crisis de lesiones para la que Jorge Valdano, el director general deportivo, tuvo ayer una frase colorida. "Lo que está ocurriendo con nuestros centrales es como la Ley de Murphy", dijo. El equipo recibe el sábado al Racing sin Hierro, sin Helguera y con Pavón mermado por una sucesión de enfermedades cuya última expresión es una gastroenteritis unida a una ligera contractura muscular que ayer le impidió entrenarse. La carestía demanda una solución de emergencia que lleva nombre propio: Rubén González Rocha (Santiago de Compostela, 1982).
"Tenemos a Rubén", replicaba el presidente, Florentino Pérez, cada vez que le preguntaban por la carencia de marcadores centrales en la plantilla del Madrid, al principio de la temporada. Siempre promotor de los valores de la cantera, fuente de ahorros e identificación del público con el equipo, Pérez ve con buenos ojos a Rubén. Salvo que Del Bosque retrase a Makelele a la defensa -cosa no descartada por el técnico- sus posibilidades de ser titular el sábado, por primera vez en Liga, son altas.
Pavón lleva dos semanas jugando con problemas de salud: primero un catarro, luego un virus en el estómago que le ha hecho perder varios kilos. "Retirarle del entrenamiento ha sido una medida de precaución de los servicios médicos", comentó ayer el doctor Hernández; "para evitar una rotura muscular, porque el jugador está débil".
Contra el Racing, el próximo sábado, se hace imprescindible la convocatoria de un canterano que acompañe al mermado Pavón, en el campo o desde el banquillo. Es la hora de un jugador patrocinado por la última eclosión de la cantera, y por la política del club. El momento de un futbolista que el martes en el diario As dio prueba de su reputación: "Me cortaría el dedo [su dedo fracturado hace un mes] por jugar".
Así como habla, Rubén juega. Impulsivo y poco atento a lo táctico, es capaz de perder la posición por ir a cazar el balón a tierra de nadie o de birlarle la pelota a Ronaldo de un salto -como hizo ayer en el entrenamiento, cuando el brasileño lo encaró-. Es inmaduro pero con unas condiciones físicas que le convierten en un marcador muy difícil de superar en la pugna por la posición. Un compañero que jugó con él le definió como "un Puyol que no va tan bien de cabeza como Puyol".
Hace unos días Rubén salió del vestuario haciendo uno de esos despliegues que tanto alarman a los técnicos de la Ciudad Deportiva. Gafas de mosca roja, pelo rubio repeinado con una prolongada onda sobre la frente, pantalones y camisas bien ceñidas, un metro ochenta y siete y andares de modelo italiano en la pasarela de Milán. Pasa junto a una chica y le pregunta: "¿Estoy guapo?". No espera la respuesta. Sabe que es bien parecido y se considera a sí mismo un central de rompe y rasga.
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