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VISTO / OÍDO
Columna
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Bajo los luceros

Ved a Cascos contar cómo lo del AVE ha sido un sabotaje, las obras son de otros, la acción de la oposición es antiespañola. Entonces, ¿por qué ha despedido a un desgraciado cargo de su ministerio? ¿Qué tiene que ver su ministerio con nada? Los ministerios no tienen nada que ver con las desgracias; son, en cambio, productores de aciertos y de que España sirva, como dice Aznar, y no como países que no valen ni para matar iraquíes. Contaba su rebaño, escrutaba diputados en el escrutinio, les amenazaba con la caída de sus escaños de guerreros felices, creadores de una patria que se perdía desde que volvieron los masones, los comunistas, ¡los pacifistas!; al servicio del terrorismo,"el terrorismo internacional". "La paz no es un reposo cómodo y cobarde frente a la Historia...": una alocución iniciaba cada día los informativos de RNE en aquellos buenos tiempos. Y era un tiempo para estar "arma al brazo, bajo las estrellas..." (creo que esto lo cito mal, y quizá las estrellas fueran luceros; y el arma, al hombro: da igual). Lo aprendió el jefe en los campamentos, junto al fuego, y debió cantar "Juventudes de vida española y de muerte española también, ha llegado otra vez la fortuna de arriesgarse a luchar y a vencer". Ah, la letra era de Juan Aparicio, el que ejerció y dirigió la censura en España y las represiones a los escritores, periodistas... No sé de quién era otra canción: "Que no queremos reyes idiotas que no sepan gobernar; lo que queremos e implantaremos: el Estado sindical". Los "países que no sirven" es de cuño actual: de hace un par de días, y ayer mismo, con sus papeletas en la mano, lo tenían los diputados del Partido en la cabeza. El jefe lo aprendió junto a la Cruz de los Caídos. Que renazca la Historia: "La sangre de los que cayeron por la Patria no consiente el olvido, la esterilidad ni la traición. Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior".

Pero dentro de todo hay otra inquietud más inmediata: perder los escaños. El dilema que Aznar planteó a los que temen que se les vayan los votos es que se irán más si se abandona el mandato de la Historia. ¡Cielos, los escaños! Se pierden unos por ir a la guerra, otros por no ir a la guerra. En eso debían pensar algunos cuando avanzaban ayer hacia la urna, con su papelita doblada, viendo al jefe. Con un lucero negro en la estrecha frente.

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