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Reportaje:

Unas grietas en el ático obligan a reformar el palacio de Linares

Fisuras en el ático obligan a desmontar la balaustrada de la Casa de América

El palacio de Linares, en el fragor de la plaza de Cibeles, tiene decenas de fisuras. Las hendiduras agrietan la zona más alta de la mansión de tres plantas, construida en 1872, que alberga la Casa de América desde hace una década. Su fachada al paseo de Recoletos ha sido andamiada con una estructura de diez pisos, desde donde operarios de la empresa Condisa, supervisados por Gerencia Municipal de Urbanismo, desmontan desde hace quince días los primeros de los catorce tramos de su balaustrada, ahora fisurados. Las obras durarán varios meses.

También se han resentido casi todas las junturas de los bloques de piedra resinosa epoxi con los que, en 1992, se reemplazaron las piezas originales de caliza de Novelda del gran palco superior. Las fisuras afectan, además, al dorso del gran escudo del marquesado de Linares que corona el palacio, así como a los dos ángeles que lo resaltan con sus alas.

Para atajar el proceso de cuarteamiento, cada pieza va a ser desmontada y anclada de nuevo con aceros inoxidables e inalterables a los efectos de la erosión. Así lo anuncia Fernando Macías, responsable del Departamento de Control de la Edificación de Gerencia Municipal de Urbanismo. "Las fisuras están causadas por el dañino ciclo frío-calor propio de Madrid, con heladas en invierno y calores rigurosos en verano", explica. Pero algunos empleados de la Casa de América recuerdan que hace apenas tres años, en plena sequía, surgieron a dos metros bajo cota del suelo -de los 11 hasta los que se adentra el palacio- otros dos fenómenos extraños: una inundación súbita de gran extensión en unas galerías bajo la fachada a la calle de Alcalá, más la irrupción de unos olores fétidos "sin explicación lógica", remarcan. Recientemente, el Ayuntamiento ha talado diez Sophoras japonica de gran porte frente al edificio.

El palacio cobró notoriedad años atrás por haber sido escenario de supuestas psicofonías, pervivencias sonoras de presuntos lamentos y gemidos atribuidos a sus antiguos moradores, atribulados por un drama incestuoso.

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