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Nueva campaña del 'Polarstern', el laboratorio polar flotante más avanzado del mundo

Con un impresionante equipamiento de instrumentación científica, capacidad para llevar hasta 70 investigadores, nueve laboratorios fijos a bordo, el rompehielos alemán Polarstern es todo un centro científico flotante que está considerado como el mejor buque de investigación polar del mundo. Hoy está navegando cerca del norte de Noruega, y se dirige hacia el Ártico, para cumplir allí una campaña de dos meses. Este excepcional buque, de 118 metros de eslora, operado por el Instituto Alfred Wegener de Investigación Polar y Marina, zarpó el pasado viernes por la noche de su base de Bremenhaven (Alemania) para estudiar los procesos relacionados con la formación de hielo marino durante el invierno ártico, en el programa denominado Warps (Winter Artic Polynya Study).

"Se trata de un estudio interdisciplinar internacional sobre la relación entre atmósfera, hielos y océano y las consecuencias para los procesos biológicos en habitats de hielo y agua", comentaba la oceanógrafa Ursula Schauer, una de las responsables del proyecto, en el puente del Polarstern. El buque se dirige hacia zonas de producción de hielos, se quedará rodeado de masas de agua helada y derivará con ellas durante dos semanas. Schauer explicaba cómo utilizarán las boyas, la estación meteorológica del buque, las sondas ocenográficas para registro de propiedades del mar y toma de muestras, así como los sensores que sobrevolarán los hielos, colgados de los helicópteros para medir el grosor de la capa helada (unos 10 metros) y registrar el relieve.

Además de las bodegas para cargas pesadas, el buque tiene todo el equipamiento necesario para realizar investigación en oceanografía, biología, geología, geofísica, glaciología, física, química y meteorología. Y en cubierta se pueden instalar varios laboratorios móviles.

Los dos helicópteros del Polarstern, una de las características envidiables del buque, no sólo se utilizan para operaciones científicas, sino también para ayudar en la navegación entre hielos cuando la resolución de la información de los satélite no es suficiente para conocer la posición de los peligrosos bloques helados. Además, son muy útiles en caso de emergencia.

"El Polarstern normalmente hace la campaña antártica cada año entre octubre y junio, luego en julio y agosto se dedica al Ártico, pero este año ha regresado antes para hacer la campaña de invierno septentrional", comentó el capitán Uwe Pahl. "También se encarga este buque de la logística de la base antártica permanente alemana Newmayer y de las estaciones de verano, desde nuestro centro de coordinación en Ciudad del Cabo".

Pahl es uno de los tres capitanes del buque, que se turnan, junto con las dos tripulaciones civiles completas (de 39 a 44 miembros cada una, según las exigencias de cada ocasión), lo que confiere a este laboratorio flotante una agilidad y eficacia enormes al servicio de los científicos. El Polarstern navega 320 días al año y cuesta 45.000 euros diarios.

Este rompehielos de doble casco, capaz de trabajar a 50 grados bajo cero y de abrir una placa helada de 1,5 metros de grosor, o el doble si lo hace fracturándola al apoyarse con su enorme peso sobre ella, aunque en ese segundo modo de navegación su avance es muy lento puesto que va retrocediendo en su misma estela para tomar impulso y echarse sobre el mar helado.

Gracias a esta capacidad y a la impresionante instrumentación y recursos (como los helicópteros), la tripulación del Polarstern logró en 1999 una de las más famosas hazañas en la Antártida: el rescate de la base alemana Filchner, situada en una plataforma helada que se desprendió del continente y se convirtió en el iceberg A38B, quedando peligrosamente a la deriva en el mar con la base encima.

El rompehielos alemán acaba de cumplir 20 años. Es, por tanto casi 10 años más antiguo que el Hespérides español, un buque polar de investigación con muy buena fama en la comunidad antártica por su equipamiento científico y técnico, pero de 82 metros de eslora. Este barco navega 250 al año con una única tripulación (58 personas de la Armada Española) y tiene capacidad para 29 investigadores y técnicos a bordo, que se van turnando.

Uno de los rasgos más interesantes de las campañas en el Polarstern es que, dada su capacidad, pueden ser realmente multidisciplinares, con muchos grupos científicos de distintos países. En Warps participan en total 65 investigadores (dado que se producirá el recambio de algunos grupos) del Reino Unido, Noruega, Rusia, Finlandia y Dinamarca, además de Alemania, explicó Schauer. De Bremenhaven partió el viernes con medio centenar de científicos "y técnicos, porque sólo con científicos esto no funciona", puntualizaba la investigadora.

"El invierno en el Ártico suena como el fin del mundo", explicó. "Pero es justo lo contrario. El Ártico juega un papel decisivo en nuestro sistema climático. El balance de radiación de la atmósfera se modifica por la reflectividad del hielo, y al mismo tiempo el mar helado actúa como una capa aislante sobre el agua y ralentiza la pérdida de calor de la atmósfera en el agua".

Los procesos de intercambio de calor, asociados a la dinámica de los hielos y las consiguientes modificaciones de salinidad y densidad del agua, son determinantes en la dinámica de las corrientes oceánicas del planeta. Y esos procesos se producen sobre todo en invierno en la región hacia la que se dirige el Polarstern. "Así que una expedición de invierno no es un viaje al fin del mundo, sino una expedición al centro de actividad", destaca entusiasmada Schauer al inicio de la campaña.

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