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Reportaje:

Beth y familia

El padre de la cantante eurovisiva regenta en Súria una imprenta que produce carteles y 'gadgets' para apoyar su carrera

Alfons Rodergas no suele llevar pajarita, pero la noche de la final de Operación Triunfo se puso una en recuerdo de su padre, Jaume Rodergas, que siempre la usaba. Con este gesto íntimo, el padre de Beth quiso brindar al suyo, muerto en 1991 a los 85 años, la emocionante subida al podio de la cantante de Súria. El señor Rodergas recuerda haber vivido sólo otra noche tan intensa como aquélla. Fue la del 20 de mayo de 1997, cuando el Palau de la Música de Barcelona se llenó de bote en bote para acoger un emotivo homenaje en memoria de su padre, de quien él heredó el oficio de impresor.

Jaume Rodergas, nacido en Sallent en 1906, fundó en 1933 Arts Gràfiques Rodergas, en realidad una pequeña imprenta en el centro de Súria, equipada solamente con una minerva antigua y algunas cajas de tipos de segunda mano. Acababa de llegar de Argentina -país en el que se había instalado tras casarse con Montserrat Pagès, que tenía parientes allí, y donde había trabajado como impresor-, animado por su hermano y por las perspectivas de un negocio seguro, ya que acababa de iniciarse la explotación industrial de las minas de potasa de Súria por la empresa Solvay, que, con el tiempo, se convertiría en cliente preferencial de la imprenta. Hoy la empresa familiar es una moderna planta impresora situada a las afueras de Súria, a la que se accede por una puerta de cristal empapelada desde hace varios meses con carteles de la eurovisiva Beth editados en la propia casa, los mismos pósteres de la risueña artista que pueden verse en los escaparates de numerosas tiendas del pueblo, que estos días da la bienvenida a los visitantes con una gran pancarta en la entrada en la que se lee "Súria amb la Beth".

El padre de Beth -que prefiere no ser fotografiado para dar el máximo protagonismo a su hija- se parece mucho al abuelo Jaume, cuyo imponente retrato pintado preside el amplio despacho de dirección de la empresa. El mismo pelo cano, idéntico bigote blanco, las gafas de montura fina, la media sonrisa... Alfons Rodergas, sentado frente al cuadro, es consciente de la semejanza, de la que se enorgullece. No sabe exactamente por qué, últimamente piensa mucho en su padre, tal vez porque ve reflejados en Beth muchos rasgos de su carácter: vitalismo, perseverancia, espíritu de aventura, perfeccionismo... y, naturalmente, su gusto por la música y el arte. "Era un lector empedernido, sobre todo de Pla y Gaziel; en Argentina conoció a Pau Casals, al que admiraba, y a Margarita Xirgu, y fue bibliotecario del Casal Català de Buenos Aires", relata Alfons Rodergas sobre su padre, republicano militante que fue apresado durante la Guerra Civil y conducido a un campo de concentración en Lleida. A su regreso, y durante la posguerra, la imprenta de Cal Rodergas de Súria, que era también estanco y librería, se convirtió en "centro neurálgico" de las actividades culturales y sociales del pueblo, gracias también a la influencia de su madre, costurera e introductora entre el sector femenino local de las últimas tendencias en moda. La abuela paterna de Beth, Montserrat Pagès, que alumbró seis hijos, sigue tan moderna (por lo visto, la nieta le va a la zaga). A sus 93 años, todavía cose y suele nadar unos largos todos los días.

El año en que se cumplían seis de la muerte de Jaume Rodergas, su familia -incluso la de Argentina- y amigos quisieron recordarle con un acto en el Palau de la Música durante el que se interpretaron sus composiciones favoritas, como la pieza lírica Cançó d'amor i de guerra, y actuó el Cor Jove del Orfeó Català, del que el abuelo de Beth era socio. El homenaje, recuerda Alfons Rodergas, se abrió con La cumparsita y se cerró con El cant dels ocells. "De este modo, quisimos unir la nostalgia que sintió mi padre toda su vida por su época argentina y su amor por la música de Pau Casals y por su país", explica. Los allegados de Jaume Rodergas eligieron asimismo como logotipo del programa de la fiesta un componedor y un arco de violonchelo, como símbolos de la profesión y la pasión del homenajeado. Fue una noche de emociones. Como la de la gala de Operación Triunfo en la que Beth se proclamó ganadora. "Ese día, mi interior volvió a removerse; las sensaciones que me ha hecho vivir esta niña son inenarrables", se sincera Alfons Rodergas, separado desde hace años de la madre de Beth, con la que tiene otro hijo mayor, Isaac, y casado con Fina, su más estrecha colaboradora en la empresa y madre de su hija menor, Gemma. Desde esa noche, el padre de Beth vive en una nube. Se siente feliz por su hija, pero también porque ve realizado en ella un sueño que, en cierta manera, es el suyo. "La de actor es mi profesión frustrada", confiesa Alfons Rodergas, que se ha metido en la piel de Satanás en Els pastorets de Súria varias veces. Como buen padre, antes de Operación Triunfo ya era un fan de Beth, pero ahora es su seguidor más incondicional. Tiene carnet de socio de honor del Club de Fans de la cantante, y ha puesto la imprenta a trabajar en toda clase de productos de promoción de su hija: carteles, postales, encendedores, lápices, libretas... La principal ventaja para la artista es que el fabricante la adora. Y eso se nota en el ambiente, que huele a tinta fresca y a papel virgen de la factoría de la familia Rodergas.

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