Presidiarios en los salones

Muchos trajes de corte medieval y decimonónico. Otros, vestidos con el tópico poncho y sombrero mexicano. Algunos más con uniforme de presidiario. Todo vale para cambiar de aspecto por un día. Estamos en carnaval. Cientos de personas acudieron anoche al Círculo de Bellas Artes para el baile de máscaras que se celebró bajo el lema ¡Vístete, desnúdate! Nadie iba desnudo, aunque Emilia y Jorge bromeaban y, al entrar en la fiesta, no descartaban acabar al alba cubiertos sólo con el poncho.

En los elegantes salones del Círculo de Bellas Artes, iluminados en medio de la noche, sonaba música tropical, salsa y Paulina Rubio. Los asistentes accedían a ellos a través de una pasarela instalada frente al número 42 de la calle de Alcalá. Los organizadores esperaban en torno a 2.000 asistentes.

La cita comenzó a las 11 de la noche. Poco después de esa hora llegaron el pintor artístico Juan Ruiz Ibáñez y su esposa, disfrazados con un original atuendo: él de chef y ella de camarera, empleados en un imaginario Mesón Tío Paco, envueltos en una especie de maqueta del local, de la que colgaban jamones, choricillos y otras viandas. Dos meses habían empleado en la confección de tan peculiar atuendo, con el que quedaron en tercer lugar en el concurso de disfraces celebrado en la plaza Mayor.

Bárbara Pérez y Pablo Vázquez, estudiantes de Historia en la Universidad Complutense, vestían trajes alquilados de inspiración cortesana. Era la primera vez que iban a una fiesta de este tipo y no podían ocultar su emoción. Cristina Cárceles, Sara González e Inés Guzmán, unas a lo charleston y otra con atuendo de japonesa, fueron al carnaval aprovechando que sus padres les habían pagado la entrada.

El estudiante de veterinaria Leonardo Fernández lucía un clásico uniforme de presidiario con el número 35048. "Es con el que la policía fichó a Mick Jagger, el líder de los Rolling Stones una vez que le detuvieron. Y, como a mí me gusta Mick Jagger, decidí llevar ese mismo número", explicaba risueño, junto a su amigo Héctor Martínez y sus respectivas acompañantes.

En esta ocasión, el Círculo preparó una celebración llena de glamour y un lema que invitaba a despojarse de los problemas. Pero nadie fue desnudo al evento. Ni nadie lució ningún disfraz alusivo a la guerra de Irak ni a la catástrofe del petrolero Prestige en las costas gallegas.

El pregón que todos los años se lee con motivo de estas fiestas fue responsabilidad del escritor Pedro Sorela, y los carteles del carnaval son obra de los artistas Darío Álvarez Basso y Daniel Casares.

La fiesta del carnaval se ha celebrado desde 1891. Sólo la guerra civil logró interrumpirla. Lo mismo ocurrió en 1991 debido a la guerra del Golfo, en que se decidió suspender el festejo hasta que acabara el conflicto.

El Círculo de Bellas Artes ha celebrado ya siete carnavales infantiles, con notable éxito de público. La chiquillería podrá disfrutar a partir de hoy, a las 18.30 de su particular diversión. Con música en directo a cargo de la compañía La Carraca.