Explosión de optimismo

Mucho color, mucho optimismo, "una fiesta", como lo sienten los propios artistas. Así es el espectáculo Saltimbanco, que el Cirque du Soleil estrenó ayer en Bilbao. La gran carpa blanca que alberga el show, Le Gran Chapiteau, estrena también ubicación en la capital vizcaína. Su presencia es la prueba de fuego para la zona de Zorroaurre, que el Ayuntamiento quiere lanzar como nuevo espacio festivo.

Ésta es la segunda visita de la troupe internacional a Bilbao. Quienes tuvieron la fortuna de asistir a Quidam -y quienes entonces no pudieron y van a descubrir ahora el Cirque du Soleil- se encontrarán esta vez con un espectáculo más alegre, más vital. Trajes llenos de colores, pelucas de goma, grandes narices. Un sinfín de peronajes se pasean por la pista y evolucionan mientras se suceden los diez números circenses que conforman el espectáculo. Al fondo, en una plataforma elevada, un grupo con guitarra eléctrica, bajo, trompeta y teclados ofrecen la música en directo y cantan las intérpretes Isabelle Corradi y Leigh-Anne Cunningham. Después de los avisos de rigor sobre seguridad, la petición de apagar los teléfonos móviles y la gráfica prohibición de realizar fotografías -"foto flas, artista plas"- hechos por Edi Moreno, la única española que participa en el espectáculo, comienza Saltimbanco.

Hay malabarismos, acróbatas en el suelo y en el alambre, trapecistas y humor. El impresionante y bello número Bungees (cuatro acróbatas vestidos de blanco, con cuerdas elásticas, que surcan el cielo de la carpa a modo de ángeles) cierra dos horas y media de pura energía y perfección.

Eso sí, con su dosis de sobresalto, ya que esta vez, los artistas internacionales del Cirque du Soleil, solicitan la colaboración del público y corretean entre las filas de asientos en busca de sonrientes víctimas.

La magia de Saltimbanco, ésa que procede del entrenamiento constante y el amor por el circo, proseguirá en Bilbao hasta el próximo 6 de abril.