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Entrevista:JACQUES CHIRAC | PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FRANCESA

"Francia no es un país pacifista"

El presidente de la República francesa, Jacques Chirac, explica los motivos por los que su país se ha opuesto a iniciar una guerra contra Irak.

Pregunta. Los informes presentados por los inspectores de la ONU el pasado día 14 parecieron marcar un momento crucial en el debate sobre Irak. ¿Se lo esperaba?

Respuesta. Durante los dos días anteriores recibí llamadas de varios jefes de Estado, tanto miembros como no miembros del Consejo de Seguridad, y llegué a la conclusión de que la mayoría de los dirigentes mundiales comparten nuestro empeño en buscar una solución pacífica para el desarme de Irak.

P. Si hay guerra, ¿qué consecuencias cree que tendrá para Oriente Próximo?

R. La primera consecuencia de la guerra es la muerte. Las consecuencias de la guerra serían enormes en el aspecto humano. En el aspecto político, desestabilizaría toda la región. Es muy difícil explicar que se van a gastar inmensas sumas de dinero en una guerra cuando quizá hay otra solución, y, al mismo tiempo, decir que no se puede dar la ayuda necesaria a los países en vías de desarrollo.

P. ¿Por qué cree que las repercusiones de la guerra serán mucho más graves de lo que parecen creer Tony Blair y George Bush?

R. Sencillamente, no hago el mismo análisis de la situación que ellos. Entre las repercusiones negativas de esta guerra, estaría inevitablemente una enérgica reacción de la opinión pública árabe e islámica. Puede que esté justificada, puede que no, pero es así. Un conflicto de este tipo no puede sino contribuir a dar un empujón al terrorismo. Crearía gran cantidad de pequeños Bin Ladens. Los musulmanes y los cristianos tienen mucho que decirse mutuamente, pero la guerra no va a facilitar ese diálogo. Yo estoy en contra del choque de civilizaciones; les hace el juego a los extremistas.

Hay un problema: la posesión probable de armas de destrucción masiva por parte de un país incontrolable, Irak. La comunidad internacional hace bien en sentirse preocupada por esta situación y decidir que es preciso desarmar a Irak. Se pusieron en marcha las inspecciones, que, como es natural, suponen una tarea larga y difícil. Tenemos que dar a los inspectores tiempo para trabajar. Y seguramente -y ésta es la opinión de Francia- tenemos que reforzar su capacidad de actuación, especialmente las posibilidades de vigilancia aérea. Por el momento no hay ninguna cosa que nos permita decir que las inspecciones no sirven para nada.

P. ¿Lo que está haciendo Francia no equivale a eludir sus responsabilidades militares respecto a su aliado más antiguo?

R. Francia no es un país pacifista. En la actualidad tenemos en los Balcanes más tropas que Estados Unidos. Tampoco es un país antiamericano, en absoluto. Es un verdadero amigo de Estados Unidos, y siempre lo ha sido. No apoya los regímenes dictatoriales ni en Irak ni en ningún otro sitio. Y no tenemos discrepancias en cuanto al objetivo de eliminar las armas de destrucción masiva de Sadam. Es más, si Sadam Husein desapareciera, no hay duda de que ése sería el mayor favor que podría hacerle a su pueblo y al mundo. Ahora bien, creemos que ese objetivo se puede lograr sin necesidad de emprender una guerra.

P. Sin embargo, parece dispuesto a que la carga de la prueba recaiga sobre los inspectores, y a asignarles la responsabilidad de que encuentren armas, y no sobre Sadam para que declare lo que tiene.

R. ¿Existen armas nucleares en Irak? No creo. ¿Hay otras armas de destrucción masiva? Es probable. Tenemos que encontrarlas y destruirlas. En la situación actual, ¿supone Irak -con los controles e inspecciones a los que está sometido- un peligro claro y presente para la región? Creo que no. En vista de todo ello, prefiero seguir el camino trazado por el Consejo de Seguridad. Después veremos.

P. ¿Qué pruebas justificarían la guerra?

R. Son los inspectores quienes deben decidirlo. Les hemos otorgado nuestra confianza. Tienen una misión que cumplir y confiamos en ellos. Si tenemos que darles más medios, se los daremos. Son ellos quienes deben presentarse ante el Consejo de Seguridad y decir: "Hemos ganado. Se acabó. Ya no quedan armas de destrucción masiva", o "nos resulta imposible llevar a cabo nuestra misión. Topamos con los obstáculos y la mala voluntad de los iraquíes". En ese momento, el Consejo de Seguridad tendría que discutir el informe y tomar una decisión. Y en tal caso, por supuesto, Francia no excluiría ninguna opción.

P. Pero, sin la cooperación iraquí, no pueden llevar a cabo la tarea ni siquiera 300 inspectores.

R. Así es, sin duda. Pero son los inspectores los que deben decirlo. Estoy seguro de que podemos hacer que Irak coopere más. Si me equivoco, todavía habrá tiempo de sacar otras conclusiones. Cuando un régimen como el de Sadam se vea obligado a escoger entre una muerte segura y abandonar las armas, creo que tomará la decisión apropiada. Pero no puedo estar seguro.

P. Si Estados Unidos propusiera a la ONU una resolución a favor de la guerra, ¿usaría Francia su derecho al veto?

R. En mi opinión, no existe motivo para que haya una nueva resolución. Estamos en el marco de la 1.441, así que sigamos adelante. No sé qué podría añadir ninguna resolución nueva.

P. ¿Cree que el papel de Estados Unidos como única superpotencia es un problema?

R. Cualquier comunidad con una sola potencia dominante es siempre peligrosa, y provoca reacciones. Por eso defiendo un mundo multipolar, en el que Europa, desde luego, tiene su sitio. En ese mundo multipolar habría unos vínculos muy estrechos entre los polos norteamericano y europeo. Pero, en cualquier caso, el mundo no va a ser unipolar. En los próximos 50 años, China se convertirá en una potencia mundial. Así que éste es el momento de intentar organizar el mundo multipolar, y Europa tiene un papel determinado en él. La solidaridad transatlántica debe constituir la base del mundo multipolar del mañana.

P. ¿Cree que las tensiones a propósito de Irak han envenenado las relaciones transatlánticas?

R. Repito: hay que desarmar a Irak y, para ello, tiene que cooperar más de lo que lo hace ahora. Si desarmamos a Irak, el objetivo fijado por Estados Unidos se habrá logrado. Y si es así, es indudable que será, en gran parte, gracias a la presencia de tropas estadounidenses en la región. Si los soldados norteamericanos no hubieran estado presentes, quizá Sadam no se habría prestado al juego. Si seguimos adelante con las inspecciones, Estados Unidos habrá vencido, porque Irak se verá desarmado, fundamentalmente, gracias a la presión ejercida por ellos.

P. ¿No opina que, para el presidente Bush, sería políticamente muy difícil renunciar a la guerra?

R. No estoy tan seguro. Retirar a sus soldados le daría una doble ventaja. Hablo, por supuesto, de una situación en la que los inspectores dijeran que no queda nada. Para ello hace falta que pasen varias semanas. Si Irak no coopera y los inspectores dicen que la cosa no está saliendo bien, podría haber guerra. Si Irak se deshace de sus armas de destrucción masiva, y los inspectores lo confirman, entonces el señor Bush podrá decir dos cosas: "Gracias a mi intervención, Irak ha quedado desarmado", y "lo he logrado sin derramar ni una gota de sangre". En la vida de un hombre de Estado, ése es un factor que cuenta: ni una gota de sangre derramada.

P. Sin embargo, es muy posible que Washington vaya a la guerra, a pesar del plan que propone usted.

R. Eso será responsabilidad suya. Ahora, si me pidieran una opinión de amigo, les aconsejaría que no lo hagan.

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