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Reportaje:

La delincuencia que vino del Este

Grupos violentos y organizados actúan en Barcelona y su área metropolitana con métodos que sorprenden a la policía

¿Se le puede ocurrir a alguien asaltar a golpe de mazo una céntrica joyería de Barcelona a plena luz del día y llevarse lo que hay en el escaparate? ¿Hay ladrón capaz de abrir un enorme boquete en una escalera de vecinos para desvalijar la perfumería de al lado? ¿Es posible perforar el techo de un concesionario de automóviles de lujo para llevarse la recaudación de la caja fuerte? En los tres casos la respuesta es sí. En Barcelona y su área metropolitana actúan desde hace años bandas organizadas capaces de todo esto y de mucho más.

Tan capaces, que la propia policía está impresionada por sus métodos y su contundencia. Es la delincuencia que vino del Este, uno de los daños colaterales poco explicados que produjo la caída del comunismo. Son grupos dispares en su forma de actuar y sus objetivos, pero los centenares de delitos cometidos ayudan a trazar un retrato aproximado de las principales bandas según su país de origen.

A los kosovares sólo les interesa el dinero, aunque roben en una tienda de coches de lujo
Un joven moldavo "se hizo con 25 carteras" en unas horas sin moverse de la Sagrada Familia

- Kosovares. Son los más especializados. Tanto, que la policía asegura que cometen el 99% de los robos en polígonos industriales del cinturón de Barcelona. Siempre actúan entre la medianoche y las cinco de la madrugada, en un horario que les permite tomarse todo el tiempo que necesitan. Antes de dar el golpe permanecen dos o tres semanas vigilando la empresa para asegurar el éxito. Son capaces incluso de hacer saltar la alarma para comprobar cómo funciona o el tiempo que tarda en llegar la policía.

Van a piñón fijo en su objetivo, que no es otro que la caja fuerte, en la que esperan encontrar importantes sumas de dinero por la actividad de la empresa. Llevan todo tipo de herramientas capaces de reventar esas cámaras acorazadas que pesan más de 300 kilos. No les interesa otra cosa que no sea el dinero, aunque estén robando en un concesionario de vehículos de lujo. "Yo he ido a algunos de estos locales y después de darle vueltas y más vueltas me he ido sin saber cómo pudieron entrar a través del techo", asegura el inspector Miguel Sesma, jefe del Grupo II de Crimen Organizado de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña.

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Tanto si es por el techo como por las paredes, utilizan el sistema del butrón, que consiste en hacer un enorme boquete para facilitar la entrada. Después rompen el sistema de alarma, cortan los cables telefónicos y neutralizan los sensores que pueda haber por diversas partes del local. A partir de ahí, campan a sus anchas. Y no tienen reparos en emplear una sierra radial, por ejemplo, para desencajar la caja fuerte de la pared. Jamás dejan huellas, "pero a veces pinchan", recuerda el inspector Sesma, aunque el fracaso es la excepción. "Yo he visto robos en los que han entrado por tejados con nieve helada y a seis bajo cero", explica Domènec Aguilar, subjefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos d'Esquadra.

Otra de las características que más impresionan a la policía es la profesionalidad y disciplina de los ladrones. Siempre que se identifican, mencionan el grado militar que poseen. O mejor dicho, que tenían cuando combatían en el Ejército de su país. Nunca disparan porque no van armados "y se dejan pillar; pero, si pueden, te atropellan", coinciden en señalar los agentes de la policía de ambos cuerpos. Miguel Sesma vivió en sus carnes uno de esos intentos de atropello, del que salió ileso por los pelos. Otro de los rasgos característicos es su enorme fortaleza física, hasta el punto de que a algunos de estos ladrones no les caben en sus muñecas las esposas habituales que utiliza la policía, lo que ha motivado la adquisición de unas de tamaño superior.

- Rumanos y moldavos. Su especialidad son los butrones en las tiendas y su objetivo no es el dinero, sino la mercancía que puedan encontrar. No tienen demasiados escrúpulos, por lo que igual roban en peleterías, perfumerías, tiendas de telefonía móvil o estancos. "Se llevan todo lo que encuentran porque saben que le dan una salida fácilmente", explica el inspector Miguel Sesma. "Si es tabaco, lo venden en la calle; si son cámaras digitales de vídeo, se las quitan de encima a precios muy rebajados, y si no, se lo llevan todo a su país en una furgoneta", dice. Ocurrió el pasado mes de septiembre, cuando la policía interceptó en pleno Eixample un vehículo rumano con 120 cámaras que con toda probabilidad se dirigía al este de Europa.

De un tiempo a esta parte, asegura la policía, han ampliado su abanico y al margen del butrón utilizan métodos más sofisticados. El 14 de enero del año pasado, por ejemplo, los ladrones cortaron de noche la persiana metálica de una perfumería, forzaron la puerta y se llevaron todos los productos que encontraron, valorados en 60.000 euros. Es decir, centenares y centenares de frascos de todo tipo que fueron robados en sacos. De ahí que el inspector Sesma apunte sin reparos que "éstos también tienen su mérito, pero los kosovares son más finos". También más violentos, añade. Rumanos y moldavos han ido ampliando su catálogo de actuaciones delictivas. Un abogado de Barcelona explica el caso de un cliente que "había conseguido 25 carteras en una mañana en los alrededores de la Sagrada Familia", aprovechando los descuidos de los turistas. El joven, "moldavo de Moldavia", según se definió, pidió a la policía el bocadillo del mediodía y quedó en libertad tras declarar ante el juez. Después le anunció a su abogado que se iba al circuito de Catalunya porque allí había "mucho ambiente" aquel fin de semana con las carreras y se podía "trabajar bien". El caso evidencia la dificultad para la obtención de pruebas en determinados delitos y eso comporta muchas veces la absolución. Los abogados lo saben, pero su función es de defender al cliente.

- Serbios, eslovenos y macedonios. "Éstos se salen de todas las normas", reconoce la policía. Dan pocos golpes, pero son muy sonados porque no tienen reparo en destrozar con un mazo el vidrio blindado de una joyería a plena luz del día y llevarse lo que está expuesto en el escaparate. Ocurrió, por ejemplo, en la joyería Cartier de Barcelona y en varios establecimientos más de la ciudad. En una ocasión incluso llegaron a estrellar un vehículo contra el escaparate para poder robar el botín, un método conocido como alunizaje.

- Albaneses y bosnios. Son los más dispares, porque igual se dedican a la prostitución que atracan pisos. En cualquier caso, van en aumento, como todas las bandas. "La cuestión es que tienen mucho para escoger, porque en Barcelona y su área metropolitana hay miles de establecimientos y empresas de todo tipo", asegura Adolfo de la Torre, el jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos d'Esquadra.

"Ellos también aprenden. Nosotros pensamos todo el día en cómo pillarlos, y ellos en cómo evitarlo", reflexiona el inspector del Cuerpo Nacional de Policía Miguel Sesma. Hasta ahora las condenas han sido menores, pero recientemente la Audiencia de Barcelona impuso una pena de siete años de cárcel para cada uno de los integrantes de una banda. "Es una delincuencia que no hace ruido, que no sale en los diarios, pero que hace mucho daño", reflexiona el inspector de los Mossos Emili Martínez. La fiscalía se ha tomado muy en serio la cuestión y ha nombrado a un fiscal especial para estos casos, que no paran de aumentar, "porque en España viven muy bien y les encantan el sol y la playa", sostiene Sesma.

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